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Actualizado: 8 de julio de 2025


Luego, al morir la tarde, despertaba la vida; los insectos empezaban á zumbar, los pájaros sacudían sus alas, los cuadrúpedos estiraban sus patas, y en la sombra todos se agitaban para ofender ó para defenderse, para devorar ó ser devorados. La vida renacía con el fresco de la noche, reanudando sus aventuras y sus tragedias. Morales admiró una vez más la sabiduría de su amigo.

Para que nadie se entere, porque no quiero disgustar ni ofender a nadie, debe ser la cita, y debo ir yo a ella, después de anochecido. ¿Y quién es la persona que ha de citar a vuecencia y que gasta tanto melindre? se atrevió a preguntar Longino. Pues la persona contestó don Andrés bajando más la voz es Juanita la Larga.

»Aquí me asombré ya mucho más que antes. Conociolo mi madre, y continuó así: » Te lo repito y te lo demuestro. Los hombres como Pepe Guzmán, no sirven para lo que tiene que servir aquí tu marido; y aunque sirvieran, no querrían, porque los ejemplares de esa casta... no se enamoran para casarse. »Me ofendió el dicho como debe ofender un bofetón.

Y así, según las leyes del maldito duelo, yo puedo estar agraviado, mas no afrentado; porque los niños no sienten, ni las mujeres, ni pueden huir, ni tienen para qué esperar, y lo mesmo los constituidos en la sacra religión, porque estos tres géneros de gente carecen de armas ofensivas y defensivas; y así, aunque naturalmente estén obligados a defenderse, no lo están para ofender a nadie.

Pero aquella noche pensó el modo que tendría para engañar a Anselmo, sin ofender a Camila; y otro día vino a comer con su amigo, y fue bien recebido de Camila, la cual le recebía y regalaba con mucha voluntad, por entender la buena que su esposo le tenía. »Acabaron de comer, levantaron los manteles y Anselmo dijo a Lotario que se quedase allí con Camila, en tanto que él iba a un negocio forzoso, que dentro de hora y media volvería.

Mientras entonan un cántico religioso cuantos rodean al pesebre, acompañados de los ángeles, preséntase Lucifer abatido y tétrico, é intenta ofender al recién nacido; pero al esforzarse en traspasar el umbral, lo anonada la presencia de Dios, y lo rinde vencido á las plantas de la Santa Virgen. El Auto concluye con esta humillación de Lucifer.

El que la sigue al pie de la letra no necesita más para ser un modelo de caballeros católicos y excelentes padres de familia. Lee ese libro, Pepita: busca los capítulos que se titulan «La elección de estado» y «Antes que te cases»... y verás lo que le corresponde hacer á la juventud cristiana para conservar pura su alma y no ofender á Dios.

El miedo de ofender a las mujeres no permitía a los combatientes herir con el acierto que hubieran empleado a medirse cuerpo a cuerpo y en campo raso.

Yo no soy, ni merezco ser, un santo; pero ¿por qué no he de ser un sabio, un conocedor de aquella magia, que sin ofender al cielo, sin buscar el auxilio de genios o de ángeles réprobos y valiéndose sólo de medios naturales, acierta a producir prodigios pasmosos? En esta ciencia te iniciaré yo, porque te creo capaz de estudiarla y de alcanzarla.

Añadió D. Diego que el chico, aunque pequeño todavía, sabría defenderse y hasta ofender, si le atacaban, y que además él volaría en su auxilio, en caso necesario, y arrancaría las orejas á tirones á todos los Toribios que ha habido y hay en el mundo. De este método de intimidación se ocasionó un mal gravísimo.

Palabra del Dia

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