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Actualizado: 2 de noviembre de 2025


Me duele en el alma hablar así, pero me obliga á ello el convencimiento. No creo, no puedo creer en la inocencia de ese desgraciado, á menos de ser un insensato. Es imposible dudar que mató á su querida, la encantadora Lea Peralli. ¿Para robarla? añadió irónicamente Tragomer.

La creencia, de que un hombre puede cometer crímenes de toda especie, y salvarse, sin embargo, por su adhesión á la fe católica y al símbolo de su Divino Fundador, se expone en este drama de la manera más inconveniente; porque envuelta por completo la significación literal del argumento en una forma simbólica, obliga al poeta á intercalar una idea, en que seguramente no ha pensado.

El Sol es para aquélla lo mismo que el centro de nuestro globo es para los cuerpos que se encuentran en su superficie. Si la Tierra no estuviese animada de un movimiento que la obliga á dar vueltas alrededor del Sol, caería inmediatamente sobre este astro. Por efecto de un movimiento análogo es por lo que la Luna no cae sobre la Tierra.

Comienza siempre con una situación que encadena el interés del público; le hace esperar algo, y le obliga á estar atento; después sigue la narración, que explica los hechos y circunstancias necesarias para la inteligencia del drama, y satisface de este modo la curiosidad de los espectadores, quienes poseen ya la clave para comprender lo que sigue.

Si sobre una poblacion total de veintidos mil ochocientas ochenta y tres almas, el escedente en favor de los casados llega á mil ochocientos ochenta y tres individuos, puede esplicarse este hecho por la circunstancia de que en la provincia de Moxos muere mayor número de varones ántes de llegar á los quince años, como puede verse por la planilla de fallecimientos; esto obliga probablemente á muchas jóvenes á retardar su matrimonio, é impide tambien á las viudas el volver á casarse.

Su honor puntilloso le obliga á esgrimir armas mortíferas contra los seres que más ama en el mundo, y por igual razón puede concentrar en su ánimo los arrebatos de su pasión, ó mostrarse indiferente en la apariencia.

Pero hay una especie de fatalidad, un sentimiento tan irresistible é inevitable, que tiene toda la fuerza del destino, que casi obliga invariablemente á los hombres á permanecer y vagar, á manera de espectros, en el lugar mismo en que un acontecimiento grande y notable ha influído en el curso de su vida, y que es tanto más irresistible cuanto más sombría ha sido su influencia.

Mi costumbre de no bromear nunca, me obliga a confesar que soy tonto. No lo que sucede... Pero, amigo, ¿qué; no sabe usted que su patrón ha quebrado? me preguntó. ¿Quebrado? ¡No puede ser, imposible! ¿Quién se lo ha dicho? ¡Pero si es voz pública! me replicó don Benito, no se habla de otra cosa en la ciudad.

Aunque en varias ocasiones he hablado á V. E. de mis ideas sobre esta demarcacion y de los establecimientos portugueses, con todo la importancia de ambos puntos me obliga

Los Grandes alargaban las cabezas, ansiosos de oír a Jacobo... Acababan de ver retratado, cual en un espejo, en el discurso de Benhacel, lo que debe de ser un Grande, lo que significa aquel lema de la antigua hidalguía: nobleza obliga, que no exige ciertamente que cada título de Castilla sea un genio, ni cada Grande de España un héroe, ni cada apellido ilustre un santo; porque ni el genio se hereda, ni la inteligencia se vincula, ni el heroísmo es un pergamino, ni la santidad un mayorazgo.

Palabra del Dia

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