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Actualizado: 7 de julio de 2025
Al mismo tiempo invitó con empeño a su antagonista a que tomase un helado. Cobo lo rehusó. Le apremió con tal afán, que el conde de Agreda, Alcántara y otros varios que estaban cerca lo notaron. Mirad a Ramón qué empeño tiene en que Cobo tome un helado dijo uno. ¡Claro! Le ve sudando y quiere matarlo. Es lógico repuso León.
¡A mí!... exclamó Fernando levantando los hombros despectivamente y mirando a Nélida, que por casualidad fijaba al mismo tiempo sus ojos en él . No hay peligro, Maltrana... Me vuelvo con la yanqui. Cuando los dos amigos se reunieron en la mesa, a la hora del almuerzo, notaron la ausencia del doctor Rubau.
Estos Jesuitas notaron muchos errores en la descripcion que hizo Anson de aquellos parages, y negaron que desaguase en la bahia un gran rio, de que hacia mencion este viagero. Hasta en la latitud hallaron inexactos sus cálculos, cuya rectificacion prevaleció en los nuevos derroteros.
Observando con malicia, los esposos notaron que Relimpio salía y entraba con frecuencia, como si trajera y llevara recados, y que padrino y ahijada cambiaban recatadamente palabras breves y cautelosas.
Notaron, sí, de súbito, una cosa inexplicable y fenomenal. Todas las figurillas del Nacimiento se movieron, todas variaron de sitio sin ruido. El coche del tranvía subió á lo alto de los montes, y los Reyes se metieron de patas en el arroyo. Los pavos se colaron sin permiso dentro del Portal, y San José salió todo turbado, cual si quisiera saber el origen de tan rara confusión.
Körner y el primo Sebastián, de quien ahora estaba enamorado el tío Nepomuceno, que le metió en sus negocios de muy buen grado, y haciéndole que se interesara en ellos por motivos de lucro, notaron a un mismo tiempo, y se comunicaron la observación, que hacía algunas semanas Bonifacio oía muy atento sus conversaciones acerca de las fábricas, y hasta rondaba las mesas del escritorio y miraba de soslayo los papeles que traían y llevaban.
Lázaro oyó esta apología de su infeliz amiga con toda la atención de que era capaz. Pero no se agitó más de lo que estaba, porque era imposible. ¿Qué tienes, Paula? dijo Paz á la devota, que estaba muy pálida y con muestras muy claras de no encontrarse bien. En efecto: todos la miraron, y notaron en ella las señales de un malestar creciente. Tenía los ojos encendidos y el aliento penoso.
También se desazonó un poquito Nieves con esta reprimenda de su padre, a juzgar por el ceño que puso y otras señales que se le notaron; pero se dominó pronto y respondió con entereza, aunque en calma: Es que das tú tanta importancia a eso que llamas delicado particular, que todo te parece poco para él. A ti te entusiasma; pues a mí no: ya te lo he dicho en otras ocasiones.
Vámonos de aquí dijo Ojeda nerviosamente, como si no le inspirase confianza la altura que los separaba de estos personajes. Notaron al pasear por la cubierta la escasez de señoras. Algunas que se mostraban por breves momentos parecían preocupadas con la busca de algo importante. Luego desaparecían, como si se les ocurriese una idea nueva o hubieran adquirido un dato que modificaba su mal humor.
Su sorpresa llegó al colmo cuando notaron que los ladridos venían de lo alto. ¡Calla! exclamó Cornelio . ¿Un perro en las ramas de un árbol? ¿Cómo explicar esto, tío? El Capitán, en vez de responder, lanzó una carcajada. ¿De qué te ríes? le preguntaron Hans y Cornelio. Es que el caso es para reirse, muchachos les dijo . ¿Queréis ver al pretendido perro? Mirad entre las ramas de aquel durión.
Palabra del Dia
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