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Actualizado: 18 de junio de 2025
Ca aunque su celo es santo é bueno, débese mirar que con sus sermones é pláticas non conmueva al pueblo contra los judíos, cá aunque son malos é perversos están debajo de mi amparo é real poderío, é non deben ser agraviados; si non castigar por términos de justicia en lo que delinquieren, é yo así lo mandaré facer .
Los pages que no tenian otra dádiva que hacer que la de su persona, tardáron dos ó tres dias en conseguir lo que solicitaban; y tuviéron mas dificultad en salir non la suya los bonzos; pero al cabo se les rindiéron treinta y tres devotas.
Et diçen que son estos los dos moros que ellos y quieren poner, Famet et Zahec. Et pidiéronme merced que me ploguiesse, et yo téngolo por bien. Onde mando et defiendo que estos quatro moros que el cavildo tomare para su Eglesia que non pechen et que los muden cada que quisieren, et tomen quales quisieren. Et nenguno non sea osado de les demandar pecho nenguno. Et non fagades ende al.
»Sed hic error principium habuisse videtur ex duabus positionibus antiquorum. Primi enim, qui naturas rerunt considerare inceperunt, imaginationem transcendere non valentes, nihil præter corpora esse possuerunt. Et ideo Deum dicebant esse quoddam corpus, quod aliorum corporum judicabant esse principium.
A medida que adelanta el hombre en sagacidad de observacion y fuerza y delicadeza de instrumentos, descubre nuevos misterios, y ve que las barreras que él creía un non plus ultra, se retiran mas allá, en la inmensidad de un océano. ¿Las alcanzará algun dia? ¿Podrá dar la vuelta á ese mundo científico? ¿Está reservado al porvenir un conocimiento de la íntima naturaleza del sujeto de esa infinidad de fenómenos que nos asombran? difícil es creerlo.
«Luego adelante iva un gran Castillo que dezian la Rueda, é una Torre alta en medio, é otras cuatro torres á los cantos, é la de enmedio era foradada fasta ainso, é enmedio iva una Rueda muy grande en que ivan quatro donzellas, é en cada una la suya que dezian que eran las quatro virtudes, Justicia, é Verdad, é Paz, é Misericordia, é en cima de la gran Torre de medio estava un assentamiento de silla, é iva en ella sentado un Niño vestido de paños Reales de Armas de Aragon é una Corona de oro en la cabeça, é en la mano una espada desnuda de la baina, que parecia Rey é estava quedo, que non se movia de suso de sus pies, la rueda se movia, é las Donzellas ivan en ellas dezian, que eran á significanza de los cuatro que demandavan los Reynos de Aragon, é las quatro Virtudes ivan en las Torres, que ivan vestidas de paños blancos de Sirgo broslado de oro, é cada una de aquestas iva cantando á Dios todos loores del Señor Rey é de la ecelente fiesta, é cada una dezia una copla, que yo torné en palabras Castellanas; la primera dixo, que era Justicia, que ella encomendava, é la segunda, que era Verdad, la cual cantando dixo que ella avia, é era en su poder, la tercera Paz loava en su canto su paciencia é por ende mucho le ensalçava, la quarta era Misericordia que mucho lo loava por misericordioso é por Sabio é discrepto é muy sesudo; é Justicia llevava una espada en la mano, é Verdad llevava unas balanças, é Paz unas Palmas é Misericordia llevava un cetro.»
V De eo quod convenit orationi. Y no solo han de estar separados los sexos, sino que entre los de un sexo mismo hay preferencias reconocidas: así v. g. «Qui mundus est non orabit post eum qui patitur frecuentem fluxum urinæ: neque, quæ munda est, post eam cui menstruorum reliquiæ perseverent, etc.
Esta carta es curiosa y merece citarse: «Sepades, dice á los alcaldes y alguacil de Córdoba, que el cavildo de la Eglesia de Sancta María de Córdoba me embiaron decir que tienen carta del rey mio padre abierta en como quita de todo pecho a quatro moros que labren en su Eglesia, e porque diçen quel uno destos moros es muerto et el otro ciego en guisa que non puede labrar pidiéronle merced que pusiessen otros dos moros en logar destos et que fuessen quitos de todo pecho assi como lo eran los otros, et él tóvolo por bien.
Parece que este ingenio no fué mui favorecido del rei don Pedro, como se prueba de los siguientes versos, puestos en su citada obra: «Por nascer en espino la rosa, ya non siento que pierde, ni el buen vino por salir del sarmiento.
Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas: -Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Palabra del Dia
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