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Actualizado: 16 de julio de 2025
No quedaba en el salón ninguna de las extranjeras rubicundas que hacían labores y hojeaban revistas. Los músicos habían desaparecido. El silencio nocturno sólo era cortado por leves crujidos de la madera y el balanceo de los objetos. Ojeda se decidió a escribir. Ten fe en nuestro destino. No desesperes: tal vez nuestro amor necesitaba de esta prueba para fortalecerse.
¡Oscilación encantadora, gracioso equívoco! Al límite de los dos reinos y bajo esas flotantes apariencias tan fantásticas, el espíritu da testimonio de sus primeros albores. Es el alba, la aurora matutina. Con sus resplandecientes colores, sus nácares y esmaltes, señala el sueño nocturno y la idea del día que aparece. ¡Idea! ¿Nos atreveremos á pronunciar esta palabra?
El más lamentable era Paul Verlaine, vagabundeando por las zahurdas del París nocturno, borracho de ajenjo. El poeta de La cabeza de fauno se sentaba junto a un vaso del glauco veneno con una hoja de papel. A veces garrapateaba algunos versos, musitando palabras confusas, o bien arrojaba la pluma con rabia, se retorcía las manos o las agitaba en el aire, con estremecimientos de epilepsia.
Háblanos este castillo, mas bien alcázar, de la traicion horrenda cometida por D. Pedro el Cruel con el rey Bermejo de Granada y los caballeros moros de su séquito, á todos los cuales hizo matar en un festin nocturno; háblanos de la prision que entre sus muros padeció en 1483 otro rey de Granada, Muley-Baha-dalí; háblanos por fin del famoso mariscal de Castilla Diego Fernandez de Córdoba, que con sus valerosos hechos dió principio á la ilustre casa de los condes de Cabra y duques de Baena.
Ha llegado hasta el café con Lewis, que no puede separarse de él; ha dado su mano al príncipe como si lo hubiese visto el día antes, sin reparar en su uniforme ni en su mutilación. Permanece silencioso en su silla, pasándose una mano por la cabellera blanca y crespa, fijando sus ojos redondos, de fulgor nocturno, en la gente que circula en torno del «queso».
El silencio nocturno, cortado por relámpagos de ruido, era igual al de una fábrica. Cuando Fernando empezaba a dormirse, reanudábase de pronto el rodar de las maquinillas acompañado del griterío de los obreros ocupados en la descarga. El buque no podía zarpar hasta después del amanecer. Aguardaba el capitán a que subiese la marea para remontar el río.
Lo peor de todo es que harán de España mangas y capirotes.... Un golpe de gente que desembocaba en la calle cortó la réplica de Borrén. A la luz del astro nocturno se veía blanquear los instrumentos de metal y los papeles de música.
Ven... ven conmigo... por aquí y abrazados como dos hermanos que se consuelan, como dos amantes que se idolatran, siguieron por un camino del jardín hasta una pequeña glorieta en uno de cuyos bancos se sentaron, oyendo claras y nítidas las sugerentes notas del nocturno. ¡Cuánto te incomodo!... No, Lorenzo, tú no puedes incomodarme jamás... ¿pero qué tienes?...
A la pálida luz del astro nocturno columbré los principales edificios: el convento de los franciscanos, pesado y sombrío; la iglesia del Cristo con su arrogante cúpula; la Parroquia, la Casa Municipal, y a la derecha, en el montecillo, en una loma, siempre tapizada de mullido césped, la capilla de San Antonio, donde las muchachas solteras y sin galán iban a rezar y a decir aquello de
¡Turba el nocturno sosiego súbita alarma, y entonces a gran campana de bronce toca a fuego! ¡Qué terrífica pavura la siniestra nota augura! Es desesperado ruego desgarrador y tenaz al rojo elemento ciego cada instante más frenético, cada instante más voraz!
Palabra del Dia
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