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Actualizado: 16 de julio de 2025
Tú lo debes de saber... bien cerca vivías. Mujer, yo no hablo por todos repuso Teresa amainando por el temor de que su díscola compañera le sacase a relucir el acompañamiento nocturno de Donato Rojo, el médico de la Sanidad, sólo digo que los hay muy brutos... Bueno, pues déjalos en paz y no te acuerdes de ellos, que ellos tampoco se acuerdan de ti.
Las tísis mucosas pueden en estas circunstancias curarse con dulcamara; sus síntomas son: la ronquera, la tos mucosa y aun hemotóica, dolores lancinantes en el pecho, opresion, sequedad de la piel, agravacion vespertina, pulso tirante, sudor nocturno.
Una nube oscura vino a pasar, semejante a un sudario, y fué entonces que me volví hacia ti, Estrella del Sur, orgullosa en tu gloria lejana. Y ahora me será más querida tu luz, porque lo que me traes de más magnificente a través del cielo nocturno, es la alegría de mi corazón, y yo prefiero tu discreto y lejano resplandor a esa llama cercana pero más fría!
La marcha a través de aquellos grandes bosques fué penosa, sobre todo para los tres náufragos, a quienes les habían atado las manos a la espalda para impedirles todo intento de rebeldía o de fuga, durante el descanso nocturno.
Pasaron aún más de cinco semanas después del coloquio nocturno de que acabamos de dar cuenta. El esfuerzo violento y el consumo de vitalidad, hechos por Fray Miguel, para ir hasta la celda del Padre Ambrosio y para hablar con él lo que había hablado, produjeron terrible reacción, hundiendo a Fray Miguel en el mayor abatimiento físico.
Pueden las desventuras de la vida caer sobre esa niña, me decía; encontrará con quien hablar. Fue a la salida de Consuelo cuando nos dimos cuenta del sitio en que nos encontrábamos y de su estupenda belleza. Nuestro albergue nocturno estaba situado en la cúspide de la primer cadena montañosa que hay que atravesar para llegar a Bogotá.
En un altercado nocturno en las calles, al cual acorre su padre, se olvida de tal modo del respeto que le debe, que se atreve á ponerle la mano encima. Rebosa ya la medida de su culpa, y el mismo padre acusa á su hijo desnaturalizado ante el tribunal del Rey.
Las llamas de los cirios temblaban sin color y sin luz como fuegos fatuos retrasados en su viaje nocturno y sorprendidos por el día: la capa del jesuita brillaba bajo el sol como el caparazón de un insecto enorme, blanco y dorado. La sagrada ceremonia conmovía a Dupont hasta el punto de agolpar las lágrimas a sus ojos.
Pero antes de que el Sr. Dimmesdale hubiera terminado de hablar, brilló una luz en toda la extensión del obscuro horizonte. Fué sin duda uno de esos meteoros que el observador nocturno puede ver á menudo, que se inflaman, brillan y se extinguen rápidamente en las regiones del espacio. Tan intenso fué su esplendor, que iluminó por completo la densa masa de nubes entre el firmamento y la tierra.
Sus labios murmuraban el consuetudinario rezo nocturno: «Un Padrenuestro por el alma de mamá...». Oyéronse en el corredor pisadas recias, crujir de botas flamantes, y la puerta se abrió. Tomo II
Palabra del Dia
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