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Actualizado: 27 de julio de 2025


Hay que guardar el secreto: mucho cuidado, señores, y ustedes, niñas, guárdense muy bien de ir contando estas cosas cuando vayan a la costura, porque puede llegar a oídos del Gran Duque de Berg... Yo creo que pasará lo siguiente: el ejército de Andalucía vendrá a la Mancha; los franceses irán a batirlos, dejando libre a Madrid, donde entrará D. Gregorio de la Cuesta, el cual, si sigue después hacia el Mediodía, les picará la retaguardia por Tarancón; y como al mismo tiempo los de allí le harán retroceder hacía el Tajo, viéndose los franceses atacados por un lado y otro, por fuerza tendrán que caer al río, donde se ahogarán.

Pronto tuve ocasión de arrepentirme de tal confianza. A eso de las diez, aunque ya era tarde para , se empeñó en dar una vuelta por casa de Anguita, y le acompañé no de buen grado. Estaba allí Daniel, más locuaz y alegre que de costumbre, conversando animadamente en un grupo de niñas.

Aunque su marido la... estimase como merece, y la pusiese sobre las niñas de sus ojos, ¿se libraría por eso de contrariedades, enfermedades, vejez y muerte? Y cuando llega la hora de la muerte, ¿qué importa ni de qué sirve haber pasado un poco más alegre y tranquila esta vidilla perecedera y despreciable?».

A la mañana del siguiente día, dedicado a descansar del viaje, recibió Pérez la tarjeta de un tal «Jacinto Luque, redactor de El Correo de las Niñas». E hizo entrar al visitante...

¡Háganse ilusiones, niñas! decía el padre . ¿Ustedes creen que las quieren por su lindura?... Lo que buscan esos sinvergüenzas son los pesos del viejo Madariaga; y así que los tuviesen, tal vez les soltarían á ustedes una paliza diaria. La estancia recibía numerosos visitantes. Unos eran jóvenes de los alrededores, que llegaban sobre briosos caballos haciendo suertes de equitación.

Las niñas con quienes la de Arnaiz hacía mejores migas, eran dos de su misma edad y vecinas de aquellos barrios, la una de la familia de Moreno, del dueño de la droguería de la calle de Carretas, la otra de Muñoz, el comerciante de hierros de la calle de Tintoreros.

¿Pues qué exclamó el noble caballero al mismo tiempo ; no es cien veces mejor dedicar este dinero a matar el hambre en algunos pobres, que a un pasatiempo frívolo y excusado? Es cierto, es cierto dijeron las niñas poniendo una cara que no hacía, en verdad, recordar las puras satisfacciones de la virtud y las alegrías del justo.

La vieja dama echó furtivamente torcida y equívoca mirada a su sobrino, y frunciendo sus pálidos labios objetóle con agridulce tono: ¡, sin duda! puede encontrarse la joya que deseas... pero debo antes observar que las niñas criadas en la escuela de la adversidad, generalmente no tienen un cuarto. ¡Tía, el dote para es cuestión secundaria!

Naturalmente, bajo el poder de esta mirada investigadora, las niñas del comercio se ruborizaron y los jóvenes dependientes no sabían dónde poner los pies ni las manos, sobre todo las manos. ¿No viene Juanito? preguntó no se sabe quién. ¡Oh, Juanito!

Quería doña Casta que sus niñas tuvieran un medio de ganarse la vida para el día en que por cualquier contingencia empobreciesen, y Olimpia fue llevada al Conservatorio desde edad temprana. Siete años estuvo tecleando, y después tecleaba en casa bajo la dirección de un reputado maestro que iba dos veces por semana.

Palabra del Dia

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