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Actualizado: 24 de junio de 2025


La comida que se sirve en esos vapores es muy mala para un colombiano, pero para un extranjero es realmente insoportable. En primer lugar, se sirve todo a un tiempo incluso, la sopa, esto es, un plato de carne, generalmente salada, y cuando es fresca, dura como la piel de un hipopótamo; una fuente de lentejas o fréjoles, y plátanos, cocidos, asados, fritos, en rebanadas... véase el Hotel Neptuno.

Camina pues la armada algunas leguas, Entregada á las ondas de Neptuno, Y engolfada en el golfo de las Yeguas, Sucede un vendaval tan importuno, Que si Dios no pusiera presto treguas, De todos no escap

Como nuestros antepasados, continuamos todavía mirando al río con una especie de terror religioso, puesto que aun no lo hemos dominado. No es, como el arroyo, una graciosa náyade con su cabellera coronada de juncos; es un hijo de Neptuno que, en su formidable mano, blande el tridente.

Miré con júbilo al Saint-Simon, que se mecía sobre las aguas y que debía partir al día siguiente. Más tarde, vi toda la compañía reunida, comiendo, los desgraciados, en la mesa del Hotel Neptuno.

Contestó D. Alonso a sus finuras con gravedad, y después quiso enterarse por él de los pormenores del combate. «¿Pero qué ha sido de la reserva? ¿Qué ha hecho Gravina? preguntó mi amo. Gravina se ha retirado con algunos navíos contestó el inglés. De la vanguardia sólo han venido a auxiliarnos el Rayo y el Neptuno.

Júpiter posee cuatro; Saturno, ocho; Urano, cuatro; y Neptuno, uno solo. Contando todos estos cuerpos, y entre ellos el Sol, se encuentra que el sistema planetario está compuesto de 300 astros, de ellos 279 planetas y 20 satélites.

El calor era insoportable; La Guayra semeja una marmita dentro de la cual cayeran, derretidos, los rayos del sol. Nos sofocábamos materialmente dentro de aquel infame hotel Neptuno, en el que, en época no lejana, debía pasar tan atroces tormentos.

Verdaderamente maternal repitieron varios muy compungidos; y todos se echaron a reír, incluso la colegialita, con sencillez candorosísima, mientras Butrón, muy apurado, repetía con el ademán de Neptuno pacificando los mares: ¡Juicio, señores; juicio, por Dios!... Que nadie diga una palabra, ni se den por entendidos con ella, hasta que yo le hable.

Estos se van, y saliendo el hombre del pueblo primero, le dice al hombre del pueblo segundo que el pan está caro, y que los pobres se están comiendo los codos de hambre, lo cual exaspera al hombre del pueblo tercero, que jura por Neptuno y el hijo de Maya que aquello no ha de quedar así.

Pero el jefe político de la provincia pensó que era ya hora de oficiar de Neptuno y componer las olas irritadas. Cuando la cencerrada se hallaba en su período álgido, envió a Altavilla a

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