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Actualizado: 24 de junio de 2025
La voz del teniente fue el... Sed motos prestat componere fluctus de Neptuno. El pueblo soberano volvió grupas, y diciendo para sus adentros, ¡sálvese el que pueda!, se dio a correr en todas direcciones, cayendo aquí y levantándose más allá. Y es fama que su majestad corrió tanto y tan bien que en menos de tres minutos desaparecieron de la puntería de los soldados.
Los ocho planetas son, par orden de sus distancias al Sol: Mercurio Venus La Tierra Marte Júpiter Saturno Urano Neptuno Además, entre Marte y Júpiter circulan multitud de planetas muy pequeños, separando así á los planetas inferiores de los grandes planetas. Llámaseles pequeños planetas ó planetas telescópicos, porque no se les puede ver más que con anteojos poderosísimos.
Rápidamente se desnudan, y cada uno se convierte en un Neptuno «levantador de olas»; y trabaja con todas sus fuerzas para agitar las ondas y convertirlas en masa de espuma, produciendo pequeñas tempestades en el arroyo conquistado para ser su dominio durante una hora. En el verano, durante los días calurosos en que el aire permanece inmóvil, es cuando más agradable resulta convertirse en tritón.
Despues, dando lugar el gran Neptuno A que fuesen sus ondas navegadas, Con muy próspero viento y oportuno, A cabo de cien leguas caminadas, Descubrimos del bárbaro importuno La costa, con sus tierras malhadadas. Era una tierra larga, baja y llana, Que tiene por renombre Tafetana.
Puestas en paz pues ya las diferencias De Delio, y los poetas transformados En tan vanas y huecas apariencias: Los mares y los vientos sosegados, Sumergiose Neptuno mal contento En sus palacios de cristal labrados. Las mansisimas aves por el viento Volaron, y á la bella Cipriana Pusieron en su reyno á salvamento.
Había en ella tres pontones, y el nuestro estaba en medio. La distancia desde el Neptuno a tierra era, aproximadamente, de dos millas. Un peligro mucho mayor que el del mar, en caso de evasión, lo constituían los pantanos fangosos de la costa, de más de cien metros de ancho. Según se decía, era tan imposible atravesarlos andando como nadando.
Era digno de sentarse en algún festín pelásgico ó cuando menos de asistir á la famosa hecatombe que Nestor, rey de Pylos arenosa, celebró en honor de Neptuno, y comerse uno de aquellos bueyes á medio asar.
»A las voces y a las razones del loco estuvieron los circustantes atentos, pero nuestro licenciado, volviéndose a nuestro capellán y asiéndole de las manos, le dijo: ''No tenga vuestra merced pena, señor mío, ni haga caso de lo que este loco ha dicho, que si él es Júpiter y no quisiere llover, yo, que soy Neptuno, el padre y el dios de las aguas, lloveré todas las veces que se me antojare y fuere menester''. A lo que respondió el capellán: ''Con todo eso, señor Neptuno, no será bien enojar al señor Júpiter: vuestra merced se quede en su casa, que otro día, cuando haya más comodidad y más espacio, volveremos por vuestra merced''. Rióse el retor y los presentes, por cuya risa se medio corrió el capellán; desnudaron al licenciado, quedóse en casa y acabóse el cuento.»
Byron, basado en su prodigiosa semejanza con el lord poeta... Media hora larga debía de emplear Damián en ir y volver de casa de Pérez Cueto, y púsose Jacobo mientras tanto a formar en un papelito con las cartas de Garibaldi delante, una especie de croquis de las mentiras y enredos con que había de probar su inocencia al Hº. Neptuno.
No sé qué profeta ha dicho que el gran talento no consiste precisamente en saber lo que se ha de decir, sino en saber lo que se ha de callar: porque en esto de profetas no soy muy fuerte, según la expresión de aquel que miraba detenidamente al Neptuno de la fuente del Prado, y añadía de buena fe enseñándosele a un amigo suyo: Aquí tiene usted a Jonás conforme salió del vientre de la ballena.
Palabra del Dia
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