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En algún rincón oculto debía estar el fumadero. ¡Un hombre como ! continuó ella . ¡Un navegante!... ¡Y yo que me había hecho la ilusión de que fumaríamos juntos! Hasta dió á entender que la esperanza de proporcionarle este goce perseguido era la causa principal de su invitación.

Acabó por no ocultar la admiración que le inspiraba su maestría de navegante. Conoce usted bien su mar dijo el conde. El capitán se encogió de hombros sonriendo. Era verdaderamente suyo. Podía llamarle mare nostrum, lo mismo que los romanos, sus antiguos dominadores. Como si adivinase el fondo á simple vista, mantuvo el buque en los límites del extenso banco de la Aventura.

Y al fin por interes la furia ingrata, Discordia, su contento desbarata. ¡Qué fuera si tuvieran plata y oro! Que aquesto mas conmueve en esta vida. Que al fin aquel que tiene gran tesoro Procura su contento sin medida, Aqueste fin le fuerza el triste lloro, Y llanto al navegante en su corrida, Y aquesta á veces causa en este mundo A muchos que desciendan al profundo.

Pronto llegó al puerto de Goa la nave de Morsamor: este y Tiburcio, muy orondos y satisfechos de la gloria militar que habían adquirido; el piloto Fréitas no menos pagado del aumento de su crédito como hábil navegante, y contento el señor Vandenpeereboom de las compras y ventas que iba haciendo y que pensaba hacer, aprovechándose de los triunfos y sin perder las buenas ocasiones.

En 1810 Buenos Aires pulula de revolucionarios avezados en todas las doctrinas antiespañolas, francesas, europeas. ¿Qué movimiento de ascensión se ha estado operando en la ribera occidental del Río de la Plata? La España colonizadora no era ni comerciante ni navegante; el Río de la Plata era para ella poca cosa; la España oficial miró con desdén una playa y un río.

2.º Sorpresa al ver su inhabilidad en cuanto se refiere al hombre mismo: al notar que, para la conquista de las cosas, no ha sabido emplear las personas; que por doquiera el navegante hase presentado cual enemigo, aniquilando los pueblos nuevos, los cuales bien llevados, hubieran llegado á ser, cada uno en su reducida esfera, un elemento especial para valorarla.

Estaba en frecuente correspondencia con su hijo el notario. De tarde en tarde llegaba una carta del menor, del predilecto, desde remotos países que sólo conocía de oídas el viejo navegante mediterráneo. Y las largas inercias á la sombra de su emparrado, frente al mar azul y luminoso, las entretenía construyendo sus pequeños buques. Todos ellos eran fragatas de gran porte y atrevido velamen.

Cercanos á los límites se hallan los escollos, y estos debe conocerlos el navegante. Los límites de la ciencia humana se descubren en el exámen de las cuestiones sobre la certeza. Al descender á las profundidades á que estas cuestiones nos conducen, el entendimiento se ofusca y el corazon se siente sobrecogido de un religioso pavor.

Entonces recuerdo los tan conocidos versos del duque de Frías. .............en vano el mundo De Colón, de Cortés y de Pizarro, A España intenta arrebatar la gloria De haber sido español. Por el habla, por las creencias y por las costumbres, la gente de allí seguirá siendo española antes de ser americana. Y el navegante que llegue a aquellos puertos tan apartados de Europa y de España,

Con muchísimo gusto, á menos que M. Harvey no desee hacer él mismo esa pequeña ceremonia... Como navegante le debe á usted toda clase de deferencias... , por cierto, dijo flemáticamente el americano. Creo, señor de Tragomer, que á mi hija le gustará conocer á usted...