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Actualizado: 27 de junio de 2025
Con esto no probará sino una cosa: que si los cubanos toman muy á pecho su desgobierno, no deben separarse de España, sino separarse de ellos mismos y ser otros de los que son, y convertirse, por ejemplo, en yankees. ¿En una nación tan democrática como es y ha sido siempre la nuestra, qué diferencia puede haber ni hubo nunca entre un español de Cuba ó un español, v. gr., de Málaga, de Loja ó de Logroño? ¿Los que alternan, en España, en el poder, con turno más ó menos pacifico, los Narváez, los Cánovas y los Sagastas, ¿no pudieron ser cubanos? ¿Qué inferioridad hemos supuesto nunca, ni por ley ni por costumbre, que exista entre un español de por acá y un español de por allá?
ABIND. Pensé que era pasado, y no es venido. Salen NARVÁEZ y cuatro soldados, PÁEZ y ALVARADO, ESPINOSA y CABRERA. NARV. Dadle la mano, Alvarado, Y no haya más. ALVAR. No permitas, Pues siempre honor solicitas, Que pierda el que me han quitado. NARV. Volvedme a contar lo que es, Que en lo que hasta agora entiendo, Poco vuestro honor ofendo.
Todo esto estaban oyendo el labrador y don Quijote, con que acabó de entender el labrador la enfermedad de su vecino; y así, comenzó a decir a voces: -Abran vuestras mercedes al señor Valdovinos y al señor marqués de Mantua, que viene malferido, y al señor moro Abindarráez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narváez, alcaide de Antequera.
Yo, que soy vuestra cautiva, Tengo de ir con su cautivo; Porque si en vos, mi bien, vivo, No es justo que sin vos viva. Tracemos partir a Alora Antes que mi padre venga. ABIND. ¿Quién hay, Jarifa, que tenga Tal esposa y tal señora? No muestras menos valor En ir con tu Abindarráez Que entonces mostró Narváez, Y aun creo que éste es mayor.
Don Rodrigo de Narváez, Que así el Alcaide se llama, Me prendió y llevaba a Alora, De sus diez hombres en guarda, Cuando, viendo mi tristeza, Si le contaba la causa, Me prometió dar remedio; Y ansí, fué justo contarla. Hizo el cristiano conmigo Esta gentileza estraña Con sólo mi juramento, Porque le di la palabra Que dentro el día tercero Volvería a Alora sin falta A ser su preso y cautivo.
NARV. Para mí no hay, Nuño, en fin, Peligro dificultoso. Yo he de ir a Coín. Vos, Páez, Tened a punto la gente Por si fuere conveniente. ARDIN. Seguro estás, gran Narváez. NU
Lo mismo pensaba Bringas; pero él hubiera preferido que resucitara Narváez, cosa un poco difícil. «¡Oh!, si D. Ramón viviera... Pues como esto no se resuelva pronto, vamos a tener en Madrid una degollina, porque como aquí hay poca tropa, los llamados demócratas o demagogos se echarán a la calle. Tendremos una guillotina en cada plazuela». Cada día estaba el pobre señor más enfermo.
Las deportaciones de Narvaez, llevaron bastantes individuos á la provincia de Albay, en donde la mayoría de ellos se casaron y no pocos hicieron su fortuna. En Legaspi, vive un antiguo deportado maestro constructor de coches, que en sus ratos de ocio se dedica á la literatura.
ABIND. Beso tus pies mil veces, gran Narváez; Que harás en eso, aunque es hazaña tuya, La mayor gentileza que en el mundo Ha hecho caballero generoso. NARV. ¡Ah, hidalgos! PÁEZ. ¿Qué nos mandas? NARV. Este preso. Señores, si gustáis de darme, quiero Salir por fiador de su rescate. PER. Haced, señor, de todo a vuestro gusto. NARV. Dadme esa mano diestra, Abindarráez. ABIND. Tomad, señor.
Acaso Lope haya escrito lo y esté equivocada la Parte XIII. NARVÁEZ. Parte XIII. Corrección de Hartzenbusch. Como en el famoso juramento del Marqués de Mantua: "Juro por Dios poderoso, Por Santa María su madre... De no vestir otras ropas Ni renovar mi calzare."
Palabra del Dia
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