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Actualizado: 19 de junio de 2025
Doña Franquista ignoraba que hubiese sido seducida y abandonada: don Quintín, merced a su pasada indiscreción, sabía la verdad incompleta; que don Juan se portó villanamente; pero del provecto que ella abrigase, ni palabra. Mientras tanto don Juan continuaba en París haciendo vida de hombre alegre, libre y rico. ¿A qué narrar sus aventuras?
Cuando pensaba así, o por el estilo, Bonis, de repente, creyó entender que el canto religioso de Serafina llegaba a narrar el misterio de la Anunciación: «Y el ángel del Señor anunció a María...». ¡Disparate mayor! ¡Pues no se le antojaba a él, a Bonis, que aquella voz le anunciaba a él, por extraordinaria profecía, que iba a ser... madre; así como suena, madre, no padre, no; ¡más que eso... madre!
Sus palabras hicieron en mí grande impresión, pues con ser niño, yo prestaba gran interés a aquellos sucesos, y después, leyendo en la historia lo mismo de que fui testigo, he auxiliado mi memoria con datos auténticos, y puedo narrar con bastante exactitud.
Pero, dejando a un lado mi humilde persona, voy a narrar el momento más terrible de nuestra lucha con el Victory. El Trinidad le destrozaba con mucha fortuna, cuando el Temerary, ejecutando una habilísima maniobra, se interpuso entre los dos combatientes, salvando a su compañero de nuestras balas.
Indudablemente mi tío Ramón había abusado de mi tía, permitiéndole que lo aceptara por esposo. Escenas conyugales como la que acabo de narrar eran muy comunes en aquella casa.
Doy gracias a Dios porque ha concedido a mi hijo lo que yo deseo para mí: su voz será la mía; sus sentimientos iguales que los míos son. 13 julio de 1829. En esta fecha voy a narrar mi viaje a París, el cual gracias a mi hijo, ha sido una continua dicha para mí.
Esta costumbre inmemorial traducida en precepto, consistía en pasar muy cerca por la popa de la capitana, saludar á la voz y con trompetas, dar cuenta de ocurrencias y recibir la orden . De ella hablaba el cronista del emperador Carlos V al narrar el primer viaje que desde Flandes á España hizo en 1517 con armada de 52 bajeles, diciendo era espectáculo en verdad majestuoso contemplar aquellas naos soberbias como otros tantos castillos, obedientes á la voz del soberano; á la hora de la amanecida sobre todo, cuando una á una pasaban por la popa de la Real á dar el buen viaje con ciertas voces al son del pito del contramaestre, y cañonazos.
El Sr. Danvila escribe sobre una de las épocas en que es más difícil para el historiador la imparcialidad previa, o sea escribir para contar y no para probar. La primera alabanza que debemos dar al Sr. Danvila, es porque consigue sobreponerse a todo prejuicio y retratar a los personajes, y narrar sus actos tales como fueron, dejando a los lectores que juzguen, califiquen y fallen.
Yo, que sentía la comezón de todos los que aman por explayarme y narrar las menudencias de mis amores, respondí sonriendo: Pues sí... creo que lo estoy un poco. Una mijita, ¿eh? ¿Ve uté como a mí no se me escapa nada? exclamó, rebosando de alegría y triunfo, como si hubiera descubierto un tesoro escondido.
«Casi deseo sufrir alguna indisposición para verle asentado a mi cabecera, para oírle narrar las historias con que me distrae, para verle ir de aquí para allá en el cuarto, preparar la medicinas, acercar la mesita a mi cama, quitar a Julia todas las cosas de las manos y hacerlo él mismo todo, ¡mejor que sor Ana!...
Palabra del Dia
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