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Actualizado: 22 de junio de 2025
Por último, Godfrey volvió la cabeza hacia Nancy y sus ojos se encontraron y quedaron fijos sin que el uno ni la otra hicieran ningún movimiento. Aquella mirada tranquila y recíproca del marido y de la esposa que tienen confianza mutua, era como el primer momento de reposo o de seguridad después de una gran fatiga o de un gran peligro.
Muchos años antes, como ya sabemos, insistía en vestirse como Priscila, porque «era razonable que dos hermanas se vistiesen del mismo modo», y que «haría una cosa justa si para eso se pusiera un vestido amarillo color queso». Ese es un ejemplo trivial, pero característico, de la manera cómo estaba reglamentada la vida de Nancy.
Las ciudades de Francia que yo he visitado, y de las que hablaré ligeramente, son Bayona, Burdeos, Nancy, Strasbourg, Mulhouse, Amiens, Marsella, Lyon, Lille, Poitiers, Angulema, Tours, Perpignan, Narbona, Tolosa y Orleans. Habiéndome dirigido á Francia desde Madrid por Búrgos y las Provincias Vascongadas, segun he apuntado ya, la primera ciudad que salió á mi encuentro fué Bayona.
La señorita Nancy besó respetuosamente la mejilla de su tía, y respondió con igual afectación de amabilidad: En muy buena salud, mi tía, y espero que vos estéis lo mismo. Gracias, mi sobrina; mi salud se conserva por ahora. ¿Cómo está mi cuñado?
Nancy, apenas ejecutada la figura que bailaba con Godfrey, le dijo a éste sonrojándose profundamente que se veía obligada a ir a sentarse hasta que Priscila pudiera reunírsele; porque las dos hermanas ya habían cambiado una frase en voz baja y una mirada significativa.
Un mes después, el 12 de septiembre, a mediodía, Bettina con el más sencillo traje de novia, atravesaba la iglesia de Longueval, mientras que colocada detrás del altar la banda del 9.º de artillería tocaba alegremente bajo las bóvedas de la vieja iglesia. Nancy Turner solicitó el honor de tocar el órgano en tan solemne circunstancia, pues el pequeño armonium había desaparecido.
Su bondad natural había sobrevivido a la época depresiva de sus crueles deseos, y el elogio que Nancy hacía de su marido no reposaba del todo en una ilusión voluntaria. He tenido razón se decía cuando rememoraba todas las escenas de discusión , comprendo que tuve razón en responderle que no, bien que eso me fuera lo más penoso; pero, ¡qué bien se ha comportado Godfrey a este respecto!
¿No me perdonaréis entonces jamás, Nancy? ¿No tendréis nunca una buena opinión de mí, suceda lo que suceda? ¿No pensáis que el presente pueda llegar a rescatar el pasado aun cuando yo me corrigiese por completo y renunciara a todo lo que os desagrade?
Cuando somos bien tratados por la suerte, se nos ocurre naturalmente la idea de que no estamos del todo exentos de mérito; y que es razonable que la usemos bien en nuestro favor, sin echar a perder la feliz coyuntura. ¿Dónde estaría, por otra parte, para Godfrey, la utilidad de confesarle su pasado a Nancy y alejar de él la felicidad, más aún, de alejar la felicidad de Nancy, porque tenía, casi la certeza de ser amado?
No hay ningún sirviente en el patio y por eso no he mandado ver lo que pasa. Subí hasta la buhardilla más alta pero no pude distinguir nada a causa de los árboles. Espero que no le haya sucedido nada malo a nadie, sin embargo. No ha de ser hada grave, esperémoslo dijo Nancy . Quizás se haya vuelto a escapar el toro del señor Snell como el otro día.
Palabra del Dia
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