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Actualizado: 10 de junio de 2025


Todas estas cosas, y otras muchas que omito, habían formado en torno suyo una leyenda, mitad caballeresca, mitad rufianesca, que le hacía muy conocido y popular en la ciudad. Se me revolvían todas ellas en la cabeza al hablar con él, y le contemplaba con muchísima curiosidad y mezcla de repugnancia y admiración.

Como su fuerte eran los versos de circunstancias y su popularidad por esta clase de trabajos extraordinaria, no se hizo de rogar, y sacando un largo papel, y poniéndose en medio de la sala, leyó con muchísima gracia aquellos versos célebres que ustedes conocerán y cuyo principio es de este modo: «Al ínclito Sr.

¡Ah! me contestó . Usted ha tenido mucha suerte y puede usted prescindir del honor. Si yo hubiese podido hacerme una firma, también prescindiría de él; pero a los cincuenta años de edad no he logrado llegar aún a las doscientas pesetas, trabajando diez horas diarias. Yo soy un fracasado, y si no tuviese honor, me moriría de hambre... Mi pobre compañero tiene honor porque le hace muchísima falta.

¿Qué dices á eso, María-Manuela? preguntó riendo el señor Rafael. Que tiene muchísima razón. Yo jamás he conocido su juventud. María-Manuela y yo manifestó con la misma gravedad Antonio nos hallamos en los primeros tiempos del amor en que se goza con una nada, en que cualquier friolerilla le levanta á uno hasta el cielo y le hace soñar toda la noche.

Entre tanto, la Inquisición, una viejecilla que no se podía tener, estaba pegando fuego á la hoguera que había hecho con interrogantes gastados, palos de T y paréntesis rotos, en la cual hoguera dicen que queria quemar á la Libertad que andaba dando zancajos por allí con muchísima gracia y desenvoltura.

Pues bien, Cristeta, lo diré, aunque se ría usted de : cuando pienso en usted, cosa que me ocurre con muchísima frecuencia, no veo con los ojos de la imaginación esta mujer que ahora tengo delante, no me acuerdo de la actriz ni del teatro, ni me gusta figurármela a usted haciendo de ninfa, ni de chula, ni de paje...; me exaspera la idea de que todo el mundo pueda contemplar...; en fin, cuando yo la veo a usted con los ojos del alma, se me antoja que es usted una señorita que vive recogida en su casa, sin que nadie pueda saber todo lo hermosa que es, sin que nadie la profane con deseos ni miradas.

Los números, que ordinariamente solo se unen á los otros despues del diez, en el sistema de los Cayuvavas empiezan á juntarse desde el seis. El carácter de los Cayuvavas tiene muchísima analogía con el de los Moxos, y bien pudiera decirse que es mas noble.

Me decía un pintor en una ocasión que presenciábamos la puesta del sol: Vea usted ese horizonte desconocido completamente fuera de las regiones intertropicales, y dígame si habrá quien pueda soñar esa clase de tintas. Aquel artista tenía muchísima razón. El pincel es impotente ante la insondable bóveda de los trópicos.

Por sus ojos pasó entonces un relámpago de alegría y observé que se mordió los labios fuertemente, volviendo al mismo tiempo la cabeza. ¿Qué? ¿Le hace a usted gracia el nombre de mi pueblo, verdad? le pregunté, comprendiendo lo que pasaba en su interior. Pues , señor... dispénseme usted... me hace muchísima gracia repuso, tratando de reprimir en vano las carcajadas que fluían a su boca.

22 de julio de 1815. ¡Con razón decía yo que nuestra paz había sido un sueño solamente! ¡Cuán cruel ha sido el despertar! Otro sueño de desdichas que ha durado tres meses; pero volveremos otra vez, así lo espero, a ser dichosos. ¡Quiera Dios que así sea para todos! La vuelta de Bonaparte nos ha costado muchísima sangre. La Francia está arruinada.

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