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Actualizado: 10 de junio de 2025
Y para saber que estas afecciones dependen de la organizacion, no son necesarios conocimientos fisiológicos; basta recordar que la edad, el estado de la salud, el temperamento, los alimentos, el clima, las estaciones, y otras causas semejantes, tienen en esta clase de fenómenos muchísima influencia.
¡Siempre habéis de salirme con don Damián! Y con muchísima razón. ¿Qué mejor ejemplo?
A la boca de este lago está situada la célebre isla de los Orejones, poblada en algún tiempo de muchísima gente y asolada y destruída ahora por los Mamalucos. El clima de esta isla es saludable y templado, aunque está en diecisiete grados y pocos minutos de altura.
Jacinta hizo un mohín gracioso con fruncimiento de cejas y labios, el cual quería decir: «No me quiero meter en discusiones contigo, porque saldría con las manos en la cabeza». Y era verdad, porque el Delfín hacía las prestidigitaciones del razonamiento con muchísima habilidad. «Bueno indicó ella . Dejémonos de tonterías. ¿Qué quieres almorzar?».
Había en los razonamientos de don Quintín, o, mejor dicho, se desprendía de ellos una consideración de muchísima fuerza. ¿Cómo se explicaba que Cristeta, tan sentimental y delicada, hubiese consentido en entregarse a un hombre como Martínez, rico, pero vulgarote y ordinario?
Pero ¿dónde demonios ha aprendido su hijo de usted a pintar, y a pintar de este modo? preguntó don Alejandro que todo se volvía ojo para mirar y admirar las acuarelas. ¿De manera dijo muy suavemente el boticario, soba que te soba el codo , que dan ustedes alguna importancia a esas pinturas? ¡Muchísima! respondieron unísonos Nieves y su padre. Me alegro, ¡caray! sí, señor, me alegro... Eso es.
Le encuentra usted siempre dispuesto a hacer el bien. A mí me hacen muchísima gracia sus bromas con Pepita... me río como una tonta...» Indudablemente era una mujer a propósito para fascinar a cualquiera. Su hermosura singular estaba realzada no sólo por el brillo de su timbre nobiliario, sino por el atractivo del carácter.
Crea usted que tengo miedo a mi falta de carácter; yo soy muy tonta, y si usted me llora mucho, puede que me ablande y caiga en la tontería de prestarle el dinero; la tontería, sí, porque me hace muchísima falta». «Nada pensó Rosalía hecha un basilisco . Esta sin vergüenza quiere que me le ponga de rodillas delante... No lo verá ella».
Y vino Golfín y le vio, y con su ruda bondad infundiole ánimos y la esperanza que comenzaba a perder. La dolencia no era grave; pero la curación sería lenta. «Paciencia, muchísima paciencia, y cumplimiento exacto, escrupulosísimo de lo que yo prescriba. Hay un poco de conjuntivitis, que es preciso combatir con prontitud y energía». ¡Pobre, desgraciado Bringas!
¡Ya salió a relucir el gastrónomo!... Pues mira, aunque la coquetería dé atractivo o sabor, o lo que quieras, yo no soy coqueta... Tú menos que nadie tienes derecho a decirlo... Digo... ¡me parece!... Es verdad; tienes razón, tienes muchísima razón. Yo no puedo llamarte coqueta... Pero la coquetería de que yo hablaba es de otra clase.
Palabra del Dia
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