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Actualizado: 19 de julio de 2025
El capitán se colocó en fila con los demás y se puso á bailar con tal primor y tan concertadamente que pocos entre los jóvenes pudieran competir con él. Y en verdad que era espectáculo raro y gozoso á la vez el contemplar á aquel anciano moverse con tal agilidad y donaire. Ninguno más suelto y elegante. La precisión y cadencia de sus pasos eran tan perfectas que en esto, ya que no en el brío, sacaba ventaja á los demás. Los jóvenes palmoteaban. Á algunos viejos se les saltaban las lágrimas recordando sus tiempos de juventud. El tío Goro decía sentenciosamente dando chupetones á su pipa: ¡
Don Álvaro al moverse con alguna viveza, dejaba al aire un perfume que Ana la primera vez que lo sintió reputó delicioso, después temible; un perfume que debía marear muy pronto; ella no lo conocía, pero debía de tener algo de tabaco bueno y otras cosas puramente masculinas, pero de hombre elegante solo.
Eran esclavos de su propia grandeza: la casta traía para ellos, con los honores, la desgracia. ¡Y siempre sería lo mismo!... Los muertos eran los únicos que gobernaban lo existente. Los primeros seres que iniciaron una acción para vivir formaron con sus actos la jaula en que habían de moverse prisioneras las sucesivas generaciones.
La tenía apoyada en su pecho, una mano entre las suyas; floja, desmayada, sin voluntad, incapaz de resistencia, y, sin embargo, no sentía el ardor brutal de aquella mañana, no osaba moverse por el temor de parecer audaz y bárbaro.
Pero Tristán no resollaba, había perdido el conocimiento y yacía debajo de la cabalgadura abrumado bajo el peso de ella. Clara corrió a él y con un supremo esfuerzo logró arrancarlo de aquella situación. El caballo no quería moverse; debía de estar herido. ¡Socorro! ¡socorro! gritó desesperadamente. Pero nadie había entonces por los contornos y sólo el campo y los pájaros oyeron sus gritos.
Imposible moverse sin tropezar con ella. Sabe desde muy antiguo que el hombre, mientras se ve sano, en la plenitud de su fuerza vital; es, por instinto, irreligioso. Cuando vive bien, le preocupa poco la llamada existencia eterna.
Los ojos se perdían en tantas ruedas, sesgos y revueltas; involuntariamente todos seguían el cadencioso moverse del que danzaba, y todos, inmóviles en sus asientos, todavía se engañaban fantásticamente, creyendo cada uno ser el bailador, que no el que real y ciertamente llevaba la danza.
Tenía los ojos cargados de una curiosidad maliciosa más irritada que satisfecha; se santiguó, como si quisiera comerse la señal de la cruz, y se recogió, sentada sobre los pies, a saborear los pormenores de la confesión, sin moverse del sitio, pegada al confesonario lleno todavía del calor y el olor de don Custodio.
Un ligero ruido le hizo levantar la cabeza y lo clavó en el suelo; no se atrevía a moverse por temor de hacer crujir la arena bajo sus pies. María Teresa, antes de desnudarse, abría la ventana de su cuarto para gozar del fresco perfumado del aire, y para contemplar el espacio estrellado.
En el continente, por el contrario, prevaleció el absolutismo congénito del derecho divino sustentado por la Iglesia, y como, por la plasticidad del espíritu humano, todo régimen es un vivero de modalidades personales, una escuela de hábitos de pensamiento, de sentimiento y de acción, al finalizar los tiempos modernos estaban consolidadas por el tiempo las tendencias mentales de las poblaciones que se designan con el nombre de raza latina, y que explican su ineptitud para moverse dentro de las instituciones liberales, procedentes de la ordenación opuesta, que radica en el pueblo mismo la fuente del poder, con delegación ascendente.
Palabra del Dia
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