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Actualizado: 28 de julio de 2025


¡Qué sensación tan extraña! dijo contemplándose en aquella actitud, el acero está tan frío, que parece recibirse el beso de una muerta... Pensar que sólo con mover el dedo ya está todo concluído... pero, no aquí; sería muy cruel para ellos, mis viejos queridos del alma, que ahora mismo, allá abajo, sufren la inmensa pena que les he causado, y se esfuerzan por salvarme.

De pronto saltaba impetuosamente, como un muelle que se despliega, como una serpiente que se yergue, y empezaba á bailar casi sin mover los pies, ondulando sus ágiles miembros... Y él sonreía con estúpido arrobamiento, tendiendo la diestra hacia un taburete árabe cargado de botellas. Freya cuidaba de la provisión de licores más aún que de los comestibles.

Luego, Roma, la terrestre Roma, para no morir bajo la superioridad de los navegantes semitas de Cartago, tenía que enseñar el manejo del remo y el combate en las olas á los labradores del Lacio, legionarios de mejillas endurecidas por las carrilleras del casco, que no sabían cómo mover sobre las tablas resbaladizas sus pies de hierro dominadores del mundo.

Con qué mas honra pueden apartarse De nuestros cuerpos estas almas nuestras Que en las Romanas armas arrojarse Y en su daño mover las fuertes diestras? En la ciudad podrá muy bien quedarse Quien gusta de cobarde dar las muestras, Que yo mi gusto pongo en quedar muerto En el cerrado foso ó campo abierto.

La voz del guapo era dulce, insinuante; tenía unas inflexiones humildes que Soledad jamás había percibido en ella. El corazón se le oprimió, sintió un frío que le penetró hasta los huesos, y ella, que había venido á armar un escándalo, á sacar los ojos á su rival, se encontró repentinamente sin fuerzas para mover un dedo.

Ocho semanas pasaron bregando con el mar y con la atmósfera. El viento se llevó un velamen completo. El buque, de madera, algo descoyuntado por esta lucha interminable, comenzó á hacer agua, y la tripulación tuvo que mover día y noche las bombas. Nadie llegaba á dormir varias horas seguidas. Todos estaban enfermos. La voz ruda y los juramentos del capitán apenas podían sostener la disciplina.

El Peregrino, con su ordinaria sangre fría, se valió de la nueva de la agresión inglesa para explicar en Francia la razón de no figurar su personalidad en el tratado de alianza firmado en Londres, por aquéllas que recomiendan la ocultación del maquinista al mover en el teatro los hilos de mutación de las escenas, sin dejar de utilizar la noticia simultáneamente contra el mal efecto que al otro lado del Canal había causado, como dicho queda, la desdichada expedición de Drake.

La entereza, constancia y resistencia de Echeloría habían de mover a todo esto, y a más, el ánimo generoso de Salomón. ¿Qué le importaba a este gran Rey una mujer más o menos, cuando tenía en su harén setecientas reinas, ochocientas concubinas e infinito número de princesas?

Retiróse el ventero a su aposento, el arriero a sus enjalmas, la moza a su rancho; solos los desventurados don Quijote y Sancho no se pudieron mover de donde estaban.

Este había dejado en la silla próxima un envoltorio. Mirolo el joven con disimulo y vio que era algo como ropa o calzado, cubierto con un pañuelo. Tan mal hecho estaba el atadijo, que al mover la silla se descubrió una bota elegante con caña color de café.

Palabra del Dia

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