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Actualizado: 28 de julio de 2025
El primero que se llegó al oído de la cabeza fue el mismo don Antonio, y díjole en voz sumisa, pero no tanto que de todos no fuese entendida: -Dime, cabeza, por la virtud que en ti se encierra: ¿qué pensamientos tengo yo agora? Y la cabeza le respondió, sin mover los labios, con voz clara y distinta, de modo que fue de todos entendida, esta razón: -Yo no juzgo de pensamientos.
Encajonado el brazo del río entre la ciudad vieja y la nueva, las aguas altas y veloces arrastraban el bote como una rama. El barbero sólo había de mover los remos para desviar la barca de la orilla.
-Dios lo hará mejor -dijo Sancho-; que Dios, que da la llaga, da la medicina; nadie sabe lo que está por venir: de aquí a mañana muchas horas hay, y en una, y aun en un momento, se cae la casa; yo he visto llover y hacer sol, todo a un mesmo punto; tal se acuesta sano la noche, que no se puede mover otro día.
Petra recogió el servicio del café. Andaba perezosa. Entró y salió muchas veces. El ama no la veía siquiera, miraba, sin mover los párpados, a la hornilla negra y fría. La doncella se comía con los ojos a la señora. «¡No va al teatro! Aquí pasa algo. ¿Estorbaré? ¿Me necesitará?». ¿Querrá algo la señora? preguntó. Sobresaltada la Regenta, respondió: ¿Yo?... ¿qué?... Nada; vete.
Batistet y los pequeños empezaron á llorar y Teresa continuó los alaridos como si su esposo se hallase en la agonía. Pero el herido no estaba para sufrir lamentaciones y protestó con rudeza. Menos lloros: aquello era poca cosa; la prueba estaba en que podía mover el brazo, aunque cada vez sentía mayor peso en el hombro. Era un rasguño, una rozadura de bala y nada más.
Estos escándalos indignaban á don Joaquín y le hacían mover su caña inexorable al día siguiente. ¡Qué dirían de su escuela, templo de la buena crianza!... La lucha no tenía fin hasta que pasaba algún carretero que enarbolaba el látigo, ó salía de las barracas algún viejo, garrote en mano.
Procedía de aquí la prudente desconfianza y el hábil disimulo con que los villafriescos hablaban con todo forastero; mas esto no impedía que procurasen saber de él cuanto había que saber. No fue necesario mucho ingenio para mover a don Gregorio a que dijese el objeto de su viaje. Ya no había en esto secreto alguno, y D. Gregorio lo dijo todo.
El alemán Kotzebue fue otro genio dramático precoz. A los siete años escribió una comedia en verso, de una página. Entraba como podía en el teatro de Weimar, y cuando no tenía con qué pagar se escondía detrás del bombo hasta que empezaba la representación. Su mayor gusto era andar con teatros de juguete y mover a los muñecos en la escena.
Sale el CUERPO amortajado, con un rostro de mascara, descolorido, como de muerto, y va saliendo poco á poco, y en saliendo, dexase caer en el teatro sin mover pie ni mano hasta su tiempo. Qué es esto? no respondes? no revives? Otra vez has gustado de la muerte?
Y entonces el maestro sacó la daga y dijo: "Yo no sé quién es Angulo, ni Obtuso, ni en mi vida oí decir tales hombres; pero con ésta en la mano le haré pedazos." Acometió al pobre diablo, el cual empezó a huir, dando saltos por la casa, diciendo: "No me puede herir, que le he ganado los grados del perfil." Metímoslos en paz el huésped y yo y otra gente que había, aunque de risa no me podía mover.
Palabra del Dia
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