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Actualizado: 1 de noviembre de 2025


Entretanto, él y ella habían ido trocando poco a poco las tintas ideales de sus alegorías, y buscando la comunicación de sus mutuos sentimientos por otros carriles más humanos, aunque menos pintorescos; se amaban a la manera de los mortales del mundo sublunar que se aman de veras, sin afirmarlo a cada instante, pero sin vacilaciones ni recelos, ni ansiedades locas ni exigencias ridículas.

Si bien doña Inés sentía y confesaba que iba a hacer un inmenso sacrificio al desprenderse de Juanita, única mujer que la comprendía en el mundo y que podía ser su compañera, en manera alguna quería prescindir de este sacrificio, que le daría honra entre los mortales y que Dios lo tendría en cuenta para pagárselo en el cielo.

En suma; doña Juana, contra la cual nada tienen que decir las malas lenguas, va sin querer alborotando y sacando de quicio a los mortales del sexo fuerte, ya de paseo, ya en las tertulias, ya en la misma iglesia. Así hace fáciles y abundantes conquistas.

Casi no es hipérbole decir que la señá Benina, al salir de Santa Casilda, poseyendo el incompleto duro que calmaba sus mortales angustias, iba por rondas, travesías y calles como una flecha. Con sesenta años a la espalda, conservaba su agilidad y viveza, unidas a una perseverancia inagotable.

Según el testimonio universal, jamás hombre alguno había hablado con espíritu tan sabio, tan elevado y santo como el ministro aquel día; ni jamás hubo labios mortales tan evidentemente inspirados como los suyos.

Es indudable sin embargo que en su reinado se hicieron cosas importantes á la felicidad de España; pero no es suya la gloria, sino del saber i virtudes de su primera esposa la reina doña Isabel; matrona ilustre, digna en todo de haber nacido en un siglo donde no imperase en la mayor parte de los hombres el bárbaro fanatismo, enemigo oculto de Dios, de la cultura de los entendimientos i de la felicidad de los mortales.

El vulgar extranjero, que tiene un patrón hecho, siempre el mismo para las cosas de España, pensó que al haber descubierto Colón un nuevo mundo del que no tenía noticia el Dios de la Biblia, forzosamente debieron perseguirle las gentes de Iglesia con mortales odios. Y Colón se muestra arrogante y sereno, como un tenor que sabe de antemano que triunfará en el último acto...

Dios, que cuando tiene tiempo penetra en el corazón de los mortales, sabe que Cristeta no era fácil ni liviana: lo que pasaba era que le había llegado su hora.

Y su encuentro con la vieja hechicera Hibbins, caso de que hubiera acontecido realmente, sólo vino á mostrarle sus simpatías y su compañerismo con mortales perversos y con el mundo de perversos espíritus. Ya para este tiempo había llegado á su morada, cerca del cementerio, y subiendo apresuradamente las escaleras se refugió en su estudio.

tal, replicó la hermosa Cunegunda, pero no siempre son mortales esos accidentes. ¿Y han sido muertos el padre y la madre de vm.? Por mi desgracia, , respondió llorando Cunegunda. ¿Y su hermano? Mi hermano también. ¿Pues porqué está vm. en Portugal? ¿cómo ha sabido que también yo lo estaba? ¿porqué raro acaso me ha hecho venir á esta casa?

Palabra del Dia

vengado

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