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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


«Si ésta fuera más lista dijo la señora de Santa Cruz a su nuera , creo que le cazaba». Pero Jacinta era muy incrédula en este particular, y miraba tristemente a la pareja cuando pasaba. Al retirase, Moreno pudo hablarle un instante sin testigos. «Se hará lo que usted desea... Se ha de cumplir todo el programa... todo, hasta en lo que se refiere el nene. Tendrá usted su Morenito».

A la caída de la tarde del día siguiente, Nuño y Juan Moreno Güeto volvieron al castillo, pero volvieron solos. Del mancebo nada se supo después. Nuño y Juan Moreno Güeto no quisieron satisfacer nunca la curiosidad de la gente de la guarnición diciendo dónde le habían dejado.

La saludó Moreno desde el otro lado de la puerta, y ella contestó á su saludo melancólicamente. Ahí la tiene usted dijo el padre ; parece otra. Cualquiera creería que está enferma. Son cosas de los pocos años. Sonrió Celinda con indolencia, haciendo un signo negativo al oir la suposición de su enfermedad.

Usted no es un niño, y debe comprenderlo. ¿Por qué no hace caso de lo que le dicen las personas que le quieren bien y que se interesan por usted?». Moreno la miraba estático. Algunos monosílabos salieron de su boca; pero aquellos pedazos rotos de su pensamiento más bien parecían de aquiescencia que de protesta.

Siguió hablando, y á las pocas palabras se apagó la chispa alegre é irónica que danzaba en las pupilas de la Torrebianca. Sus ojos sólo expresaron un ávido interés, que fué creciendo por momentos. Moreno relató cómo Pirovani le había confiado toda su fortuna, nombrándole tutor de la hija única que tenía en Italia.

Conviene advertir que la obra de Moreno, como escrita muy á la ligera, contiene varias inexactitudes; sin embargo, hay una circunstancia que en el caso presente puede dar fuerza á su aserto, y es, el añadir que en la clave del arco principal de la referida capilla mayor antigua se hallan esculpidas las armas del obispo D. Iñigo.

-No soy verde, sino moreno -dijo Sancho-, pero aunque fuera de mezcla, cumpliera mi palabra.

Si no llego hoy, llegaré mañana. Seis escalones a la espalda. ¡Dios mío, lo que falta todavía!». Cuando llegó al principal, su hermana le esperaba en la puerta. «¿Te has cansado mucho?». Así, así. ¿Dónde está Tom? Que venga. Moreno entró en su habitación, seguido del criado. Este era inglés y le acompañaba en todos su viajes.

Parecía haber recobrado su enérgica voluntad, y pudo mirar largo rato á su acompañante, sin sentir miedo. Luego añadió con voz fosca: ¡Mejor habría sido no vernos nunca! Quedaron los dos en largo silencio. Elena parecía haber olvidado la existencia de aquella botella que continuaba acariciando maquinalmente con sus dedos. La curiosidad del español pugnó contra este mutismo. ¿Qué fué de Moreno?...

Y despojándose de sus ropas, se arrojaba al mar. Ulises le veía descender por el centro del anillo de espumas abierto con su cuerpo. Ahora se daba cuenta de la profundidad de este mundo fantástico, compuesto de rocas vidriosas, plantas-animales y animales-piedras. El cuerpo moreno del nadador tomaba, al descender, las transparencias de la porcelana.

Palabra del Dia

vengado

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