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Actualizado: 29 de junio de 2025
Y el Dotor pisaba la orilla seca, desnudo y serenamente impúdico como un dios, dando la mano á los hombres, mientras chillaban las mujeres llevándose el delantal á un solo ojo, espantadas y admiradas á la vez de su monstruosidad colgante que esparcía á cada paso una rociada de gotas.
Tirso, sonriendo amargamente, extendió las manos, como quien dice: «ahora lo veremos,» y la interrumpió con estas palabras: Repito que Vd. no le conoce, y no es extraño que la haya engañado, cuando sus padres han tardado tantos años en saber lo que era. Hoy, desgraciadamente, ya lo sabemos. Paz se puso en pie, como dando por terminada la entrevista: aquello le parecía una monstruosidad.
El casamiento de don Paco con Juanita le parecía aún mayor monstruosidad. Acaso en un principio Juanita gustaría de don Paco, pero pronto sentiría la desproporción de edad, porque la de don Paco era triple que la de ella, de suerte que don Andrés preveía y deploraba proféticamente que Juanita acabaría por poner en ridículo al ilustre secretario del Ayuntamiento y por hacerle muy desgraciado.
Esta monstruosidad, notada de sus contrarios, les desmayó los bríos, y no osaron probarse en la contienda. Pusiéronle luego la ballesta en las manos y algunas flechas, y mostráronle un árbol muy alto y muy liso, al cabo del cual estaba hincada una media lanza, y en ella, de un hilo, estaba asida una paloma, a la cual habían de tirar no más de un tiro los que en aquel certamen quisiesen probarse.
Queréis casarlos. ¡Qué monstruosidad, qué aberración, qué... y soltó un ajo mondo, lirondo y sonoro . Lo que no podrás negarte es a darme razones. Mi señora duquesa: las razones son clarísimas. De una parte, ese mancebo ya no está en condiciones de ser un buen sacerdote.
Cuidábase poco de su madre y de su hermana, sin preocuparse de merecer su beneplácito. Desde la primera mirada, vió cómo ellas aborrecían a la niña de Luzmela, y, sin protestar de esta monstruosidad, él se puso a quererla, porque le pareció digna de cariño.
No comprendí entonces que pudiera caber monstruosidad semejante en ser humano por bárbaro que fuese. Mi cólera cedió paso al enternecimiento. Un diluvio de lágrimas bañó mis mejillas. Puse la gumía sobre la mesa de noche. La puse allí con mucho tiento y temblando de que mi mujer se despertase. Volví a mirar a Beatriz. La miré como quien mira el tesoro que ha perdido.
De eso se trata: de ser o no ser salvaje. Rosas, según esto, no es un hecho aislado, una aberración, una monstruosidad.
Al Comendador se le antojaba esto una nefanda monstruosidad; pero la prefería á ver, á imaginar á Clara entre los secos brazos de D. Casimiro; y en su orgullo de hidalgo, y en su afán de no verse él mismo mentiroso y fullero, y de no pensar menos noblemente que una mujer fanática y desatinada, lo prefería todo á que Clarita se alzase en su día con los bienes de D. Valentín.
Nada... ¿has visto qué bárbaro?... sin dar la menor importancia á lo del casamiento. Ahora lo comprendo todo. ¡Qué monstruosidad! ¡Casar aquel dije con semejante estafermo! Ya se ve... ella no lo repugna... no lo entiende... ¿quién diablo sabe?... pero yo lo entiendo... y me espeluzno... me horrorizo.
Palabra del Dia
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