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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Mientras comieron, Fortunata contemplaba a su marido, más que en la realidad, en sí misma, y de este examen surgía un tedio abrumador, y la antipatía de marras, pero tan agrandada, tanto, que ya no cabía más. Y la perversa no trató de combatir aquel sentimiento; se recreaba en él como en una monstruosidad que tiene algo de seductora.
Sea, se lo prometo... me comprometo a hacerlo... viviré sola... viviré como pueda... a más, mi hijo crece... me ocuparé de él... él será mi amigo... Sí, así será... se lo juro, y cumpliré mi palabra... Pero, por favor, por favor, amigo mío, no lleve a efecto ese duelo... No hay razón, no hay motivo para ello; es una monstruosidad, se lo aseguro. ¡Mire, se lo pido de rodillas!
A los principios del siglo décimoseptimo, en que los escritos de Verulamio estaban ya bien esparcidos, no habia hombre de buen ingenio que no se picase de fundar por sí una Filosofía, y se entregaron con tanta licencia á introducir cosas nuevas, que no hay monstruosidad ni extravagancia, que con título de Inventos y nuevos sistemas no se haya publicado y recibido.
Mi tía había tomado la costumbre de asistir a las lecciones, aunque no comprendiese nada y bostezara diez veces por hora. Ahora bien, la contradicción, aunque no fuera dirigida a ella, le causaba furor: furor tanto más grande, cuanto que no se atrevía a decir nada delante del cura. Por otra parte, el verme discutir le parecía una monstruosidad en el orden físico y moral.
En Filipinas, donde no se conoce esa monstruosidad del corazón, tampoco se conoce el que un ser quede abandonado en el mundo. Hasay fué recogida por unas vecinas de su madre, y aunque con trabajos, llegó á los seis años, en que una casualidad hizo la conociese Doña Luisa, excelente y buenísima mujer, que en los veinticinco años que llevaba de país, no había olvidado la hidalguía castellana.
Tiene allá a su doncella, la Filomena. Sabel también ayuda para cuanto se precise. Julián no contestó. Sus reflexiones valían más para calladas que para dichas. Era una monstruosidad que Sabel asistiese a la legítima esposa; pero si no se le ocurría al marido, ¿quién tenía valor para insinuárselo? Por otra parte, Sabel, en realidad, no carecía de experiencia doméstica, ni dejaría de ser útil.
Esto es una monstruosidad que demanda pronta reforma; pues se repite, es escandaloso que un empleado tan subalterno como lo es el alcalde mayor colector del tabaco, esté nivelado en sueldo con el capitan jeneral de las Islas, y lo goce dos veces, y aun tres, mayor que las autoridades superiores de las mismas Islas, como son el intendente, rejente, oidores, contador mayor, y ministros de la Hacienda pública en Filipinas, etc.
Si alguna vez se reunían en un salón las grandes familias, quedaban las jóvenes á un lado y los muchachos á otro, mirándose de lejos, como si la alegría expansiva de la juventud fuese un delito y el amor una monstruosidad.
Su gratitud y afecto hacia él eran siempre los mismos; pero no podía menos de considerar la presencia de su antiguo protector en la casa como una monstruosidad. «¿Será verdad pensaba , como me ha dicho él, que de estas barbaridades increíbles está llena la vida humana?... ¡Qué cosas hay, pero qué cosas!... Un mundo que se ve, y otro que está debajo, escondido... Y lo de dentro gobierna a lo de fuera... pues... claro... no anda la muestra del reloj, sino la máquina que no se ve».
Pero como estuviese manchada de vino, Pepa, excitada, descolgó de la percha con brioso ademán su espléndido pañolón de Manila y se puso á limpiar con él. Frasquito, al ver aquella monstruosidad, dió un brinco y cayó sobre ella, arrebatándole el pañolón de las manos con gesto colérico. Este acto produjo gran indignación en los presentes.
Palabra del Dia
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