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Actualizado: 18 de junio de 2025
Evitaba el mirarlo, para no sufrir una timidez que cortaba sus palabras. Hablaba como si estuviese sola, exteriorizando su pensamiento en un monólogo. ¡Dulce noche! ¡Vida fantástica de ensueños maravillosos desarrollados en la sombra!... Ella se había visto conviviendo con él en uno de aquellos países de América hacia los cuales marchaba el buque.
Shakespeare, puede decirse, que, no solo nada de lo que tenia relacion con el hombre le era indiferente, sino que sabia todo cuanto al hombre concernia. ¡Lástima que fuese poeta! dirá Vd., y que en vez de escribir dramas no haya empleado su fuerza de voluntad en buscar alguna aplicacion útil de las fuerzas físicas, en vez de estasiarse en un monólogo estéril y sublime! ¿Esto es sério?
El autor de la obra no se había andado con tafetanes, apelando muy á menudo á recursos heróicos. Tan luego como un diálogo se hacía difícil, un monólogo se agotaba, ó una escena no tenía fácil salida, el autor la encontraba bien sencilla en el momento, y al efecto se dió un caso en que la reina mora no sabiendo qué decir, roba en pleno consejo ante el mismísimo rey cristiano una princesa.
Quedó solo Barinaga en la calle, y el Magistral arriba, detrás de las vidrieras entreabiertas, sin perder de vista al que ya llamaba para sus adentros su víctima.... Don Santos volvió a su monólogo, interrumpido por entorpecimientos del estómago y por las dificultades de la lengua.
La patria de las ansias juveniles estaba allí, de sus destinos dueña, alzada sobre un bosque de fusiles bajo el amparo de una libre enseña. La que soñaste, acaso, en un monólogo bajo un frandaje de rotundas mangas, labrando arquitecturas de ideólogo en la quietud de tu natal Batangas.
Si sabiendo lo que es esta chica le pidiera a uno antes el oro y el moro, daría hasta la última peseta; conque, ¡fuera tacañería!» Y siguió el monólogo. «Veinte mil... treinta mil reales... mil... mil quinientos... Bueno, mil duretes, cifra redonda. En su vida ha visto tanto dinero junto. Casi puede decirse que no hay en Madrid mujer que no se logre con eso; aunque no, todas no.
Mientras sostenía este monólogo, iba sacando de un cajón de la cómoda prendas de ropa blanca, a fin de hacer su equipaje, pues como todas las personas irresolutas, solía precipitarse en los primeros momentos y adoptar medidas que le ayudaban a engañarse a sí propio.
Sí, pero ¿y el alma? preguntábase Lucía a sí misma. ¡Por tan extraño modo, repetía una pobre chica ignorante el filosófico monólogo del soñador dinamarqués!
Una vez sola, levantóse aquélla bruscamente de su sillón y dio algunos pasos por su gabinete, aspirando con descomunal ira el frasco de inglesas sales, mientras que se entregaba para su corpino a este aproximado monólogo: ¡No hay duda!
El marmitón, impaciente de la duración de este monólogo, había intentado ya por dos veces interrumpir al contramaestre, pero la mirada furiosa y la movilidad excesiva del chicote de su superior se lo habían impedido. Por fin, haciendo un esfuerzo sobre sí mismo, con su gorro bajo el brazo, el cuello tendido, la pierna izquierda hacia adelante, se aventuró a tirar de la hopalanda de su jefe.
Palabra del Dia
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