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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Pues con Dios repuso Momo, poniéndose en camino y cantando: Quédate con Dios y adiós, Dice la común sentencia; Que el pobre puede ser rico. Y el rico no compra ciencia. Stein contemplaba aquel pueblecito tan tranquilo, medio pescador, medio marinero, llevando con una mano el arado y con la otra el remo.
Estaba roto, y sus diversas partes, toscamente atadas con cuerdas. Momo dijo Stein , ¿qué significa eso? ¿Es de veras un trabuco? Me parece dijo Momo que bien a la vista está. Pero ¿por qué se pone un arma homicida en este lugar pacífico y santo? En verdad que aquí puede decirse aquello de que pega como un par de pistolas a un Santo Cristo.
Porque tiene las piernas largas respondió Momo ; porque tanto vive en el agua como en la tierra; porque canta y grita, y salta de roca en roca como las otras. Pues tu abuela observó don Modesto la quiere mucho y no la llama más que Marisalada, por sus graciosas travesuras y por la gracia con que canta y baila y remeda a los pájaros.
¿No ve usted, don Federico le dijo , qué guapa moza está Marisalada y qué corpachón ha echado? Momo, al oír a su abuela, murmuró guillotinando una sardina: ¡Idéntica a la caña de pescar de su padre!, con unas piernas y brazos que le dan el garbo de un cigarrón, tan alta y tan seca, que haría buena tranca para mi puerta, ¡jui!
¡Qué bueno es! dijo gozosa a su suegra. Tú podías dudarlo respondió ésta sonriendo a su nuera, a quien quería mucho, y levantándose para ir a ocupar su puesto a la cabecera del enfermo . Yo, que lo he parido, no lo he dudado nunca. Al pasar cerca de Momo, le dijo su abuela: Ya sabía yo que tenías malas entrañas; pero nunca lo has acreditado tanto como ahora.
Así fue, que cuando supo el proyectado casamiento, dijo, dando un suspiro y alzando los ojos al cielo: ¡Pobre don Federico! ¡Tan bueno, tan piadoso, tan bendito! Dios los haga felices, como hacerlo puede, ya que nada es imposible a su omnipotencia. Momo, con su acostumbrada mala intención, tuvo el gusto de dar la noticia del casamiento a Ramón Pérez.
¿Eso dijiste, Momo? exclamó su abuela ; ¡quita allá!, ¡esas cosas no se dicen!, ¡qué bochorno!, ¿qué habrán pensado de nosotros?, ¡echar en cara un favor!, ¿quién ha visto eso? ¿Pues qué; no se lo diría?, ¡vaya!
Guarde usted su dinero respondió la tía María y sepa que el doctor ha venido aquí en primer lugar por Dios, y en segundo..., por mí la tía María dijo estas últimas palabras con un ligero tinte de fatuidad. Con esto, se pusieron en camino. No ha de parar usted, madre abuela dijo Momo, que caminaba detrás de Golondrina , hasta llenar de gentes el convento, tan grande como es.
No es eso replicó Momo ; sino porque su padre es pescador y ella nos trae sal y pescado. ¿Y vive cerca del fuerte? preguntó Stein, a quien habían excitado la curiosidad aquellos pormenores.
La muchacha, que se había despabilado con el ruido que había hecho su padre, lanzó una mirada díscola a Stein, diciendo con voz áspera: ¿Quién me gobierna a mí? No me dieran a mí más trabajo que ese y una vara de acebuche murmuró Momo. Es preciso prosiguió Stein alimentarla bien, y que tome caldos sustanciosos. La tía María hizo un gesto expresivo de aprobación.
Palabra del Dia
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