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Actualizado: 23 de julio de 2025
El rostro de una joven asomada a la ventanilla de uno de los carruajes del cortejo fúnebre pareció cambiar el curso de sus ideas. No; era una locura buscar la muerte. Si no hubiese conocido a Tónica, podría aceptar tan desesperada resolución; pero siendo amado por ella, era una locura. Aún había remedio. Una parte de su capital la había entregado a don Ramón Morte, no para jugadas de Bolsa, sino para la adquisición de valores públicos. Vendería, aunque fuese con pérdida, esta parte segura de su capital; pagaría las deudas importantes que había contraído por salvar a su madre, y con lo que le quedase se establecería modestamente, sería el dueño de Las Tres Rosas o de una tienda más pequeña, casándose en seguida con Tónica.
Así hablaba Homero, entre las risas de sus camaradas, dejando modestamente a los grandes hombres de «la idea» que arreglasen otros problemas: el del estómago y el de la conciencia.
Fue Juanita a casa de doña Inés tan pobre y modestamente vestida como si saliese de un beaterio, y tan modosita en el hablar, en la voz y en los modales, que parecía, sin visos ni asomos de afectación, una criatura seráfica. Esto, sin duda, hubo ya de entreabrirle o de ponerle entornadas las puertas del corazón de doña Inés, la cual sabía mucho y pensaría y diría en su interior.
Todas las hazañas de su hijo ensalzadas y amplificadas por Argensola desfilaban ahora por su memoria. Tenía al héroe ante sus ojos. ¿Estás contento?... ¿No te arrepientes de tu decisión?... Sí; estoy contento, papá... muy contento. Julio habló sin jactancia, modestamente. Su vida era dura, pero igual á la de millones de hombres.
Contemplando el oleaje de cepas que cubría las pendientes blanquecinas, el rico cosechero admiraba la fertilidad de su finca, atribuyéndola modestamente a la protección de Dios. Algunas manchas yermas extendían su trágica desolación entre el follaje de los pámpanos. Eran los rastros de la filoxera que había arruinado a medio Jerez.
Bajo la influencia de sus lecturas sobre la guerra de 1870, llamaba «sitio» á las operaciones desarrolladas junto á París durante el curso de la batalla del Marne. Modestamente señaló un diploma con marco de oro que figuraba sobre el piano, teniendo como fondo una bandera tricolor. Era un papel que se vendía en las calles: un certificado de permanencia en la capital durante la semana del peligro.
Sí, Gilberto, le amo balbució, bajando los ojos modestamente. Es al único hombre que he amado en toda mi vida. Entonces la estreché contra mi pecho, y en esos momentos de éxtasis le repetí a mi amada la vieja historia de amor tantas veces referida, y que todo hombre en el mundo repite a la elegida de su corazón, a la mujer ante quien se postra en adoración. ¿Y qué más necesito decir?
A fin de no cansar a los lectores de El Liberal, voy, pues, a prescindir de no poco de cuanto he dicho hasta ahora, así como de lo que han dicho mis discretos impugnadores, a retirarme modestamente de la palestra, y a ceñirme en mi despedida al caso particular que me impulsó a escribir y al propósito que tuve al hacerlo.
Y como ellos por maravilla atienden a otra cosa que a sus tratos y contratos, trátanse modestamente; y como la ambición y la riqueza muere por manifestarse, revienta por sus hijos, y así los tratan y autorizan como si fuesen hijos de algún príncipe; y algunos hay que les procuran títulos, y ponerles en el pecho la marca que tanto distingue la gente principal de la plebeya.
¡Y cómo admiraba yo la sagacidad, la viveza, el fino tacto y la discreción del viejo sargento! Cada una de sus pesquisas, a que él llamaba modestamente "trabajos", era una filigrana y daban tentaciones de creer que tuviera pacto con el diablo, a cualquiera que, estando en el secreto del asunto, siguiera con atención sus procedimientos de investigación.
Palabra del Dia
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