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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Román murió, ya en los tiempos de la república, repartiéndose entre sus herederos una fortuna que se estimó en más de cincuenta mil pesos. Una de las cláusulas de su testamento, que hemos leído, señala durante veinticinco años la suma de treinta pesos al mes para misas en sufragio del alma de Ovillitos.

¡Y tan tranquila...!, porque estás muy tranquila... con tus misas por la mañana, y el resto del día dando cada sablazo que tiembla el misterio. ¿Sabes una cosa?, te tengo envidia... me cambiaría por ti...

Siéntate un ratito dijo Moreno, haciéndolo en el sofá y dando una palmada en el asiento . Más santidad que en oír siete misas, hay en practicar las obras de misericordia, acompañando a los enfermos y dando un ratito de conversación a quien se ha pasado toda la noche en vela. Dime una cosa. ¿Cómo llevas las obras de tu asilo? ¿Pues no lo sabes? Bien.

Doña Paca y los dos criados también se llevarían un pellizco el día en que el amo faltara. Indicáronle los clérigos de la parroquia si no dejaba algo para sufragios por su alma, y él, con bondadosa sonrisa, replicó que no había olvidado ninguno de los deberes de la cortesía social, y que para no desafinar en nada, también quedaba puesto el rengloncito de las misas.

Después de oír varias misas en cada una de estas iglesias, calado el gorro hasta las orejas, y de echar un parrafito con beatos o sacristanes, iba de capilla en capilla rezando diferentes oraciones. Al despedirse, saludaba con la mano a las imágenes, como se saluda a un amigo que está en el balcón, y luego tomaba su agua bendita, fuera gorro, y a la calle.

Cuando presumía que no bastaba la palabra, presentaba una carta falsificando la firma... Además, había encargado un sin fin de misas por el alma de su madre, y de toda su parentela, sin que jamás hubiese dado un cuarto a los sacerdotes que las dijeron. Resultaba, en fin, debiendo y estafando a todas las personas con quienes le había puesto en relación...

Levantóse muy de mañana al otro día, fuese a la capilla de Santa Eugenia, oyó dos misas y comulgó devotamente; la prudencia de la mujer había tirado la noche antes sus cálculos, y la fe de la cristiana iba a buscar entonces en el Sacramento la gracia divina que necesitaba para vencer en la lucha.

Testamento de Antonio Pérez, otorgado en París el 29 de octubre de 1611, haciendo profesión de fe católica, mandando se enterrara su cuerpo en la iglesia del Convento de los Celestinos, y que se celebraran misas por el reposo de su alma.

pasarás por donde la difunta Correa, ¿no es eso, hermano?... Pues bien; cuando llegues á su sepultura, le dejas bajo la piedra estos treinta pesos. Ella me dió ocho y unos centavos, pero hay que ser rumboso con los que nos favorecen, y además la pobre tal vez está necesitada de misas.

Ya no te acordarás de cómo son las misas de aguinaldo.... No son como antes, ¡cuándo! pero verás cómo te gustan. ¿Qué allá en México no hay misas así? Mientras mi tía hablaba, Angelina puso en orden las cosas de las mesas; cerró cajas y cajitas; las alineó en un extremo, recogió los alambrillos dispersos y tapó el cacito del engrudo para que los ratones no hicieran de las suyas en él.

Palabra del Dia

hociquea

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