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Actualizado: 28 de junio de 2025
Ya se paraba a meditar, ya iba con lentitud y sin dirección determinada, y ya se detenía, o bien mirando una flor, una mariposa, una libélula, o los caprichosos efectos de la luz al través de las verdes ramas, o bien oyendo cantar los pájaros, o el murmullo del agua del arroyo al quebrarse en las guijas, o el manso susurrar del aura entre las verdes y tempranas hojas.
Pero mirando hácia abajo, hallaba á Europa, con sus tradiciones romanas y góticas, sus prodigios de arte, su animación industrial y comercial, sus grandes progresos de locomocion, y sus lamentables contrastes de opulencia y miseria. La contemplacion de aquel panorama desconocido me hizo meditar durante largas horas, y creo que nunca olvidaré las impresiones allí recogidas. Hidrografía.
La persona que quisiera saber, siguro, siguro, dónde había dinero escondido, no tenía más que abrir un hoyo en la tierra, y estarse dentro de él cuarenta días, en paños menores, sin otro alimento que harina de cebada sin sal, ni más ocupación que leer un libro santo, de luengas hojas, y meditar, meditar sobre las profundas verdades que aquellas escrituras contenían...
Se contentó con rogar á su maestro que no se volviese á Villabermeja, que siguiese frecuentando la casa de Doña Blanca y que tratase de desvanecer todo recelo en dicha señora, prometiéndole no hablar con Clarita de la proyectada boda ni decirle nada en contra de los deseos de su madre. El Comendador quería meditar, y meditó largamente, sobre el asunto.
Después de una larga peregrinación, al final de la bella estación, pasó por Niza como acostumbraba siempre al dirigirse a París. En Niza había perdido a su hermana, la única compañera de su huérfana juventud, y delante del sepulcro de aquel ser querido, iba siempre a meditar sobre los terribles enigmas de la vida y de la muerte.
El doctor detúvose un momento a meditar una respuesta lógica. Pero, como no la encontrase, dijo al señorito L'Ambert: Si bien no permite mi conciencia desfigurar a otro hombre en beneficio vuestro, creo que podría, sin escrúpulo, cortar del brazo de cualquier perillán los pocos centímetros cuadrados de piel que os hacen falta.
Era doña Brígida, la ingeniosa compañera del rebajado Marín, que acechaba el momento oportuno, como el barítono de Un ballo in maschera para dar la puñalada. La víctima allí, era un príncipe; aquí, nada más que alcalde. Las razones que la eminente señora tenía para meditar tal crimen, no serán tan poderosas como las del barítono a los ojos de un hombre; mas de seguro lo parecen a cualquier mujer.
Se puso a meditar con atención sobre el medio de satisfacer las exigencias de su amor propio herido, y al cabo de algunos días formuló a Mariana la siguiente proposición: "Para que consintiese en dar su mano a Tomás, era indispensable que éste la pidiese de rodillas a sus padres delante de los testigos que ella elegiría a su gusto". A ninguna española de pura raza se le hubiera ocurrido semejante extravagancia.
Confieso que Juan López me hizo meditar bastante. Nada mas curioso que el renombrado Albaicin. Pero en las cimas de la loma la estructura cambia: allí ningún techo se destaca en el horizonte, de tal manera que si se mirase por detras y de lejos esa loma, no se creería que hay en ella una población.
Rodeáronle las señoras sentadas en sillitas y cojines; acercáronse los caballeros formando en segunda fila. Después de meditar unos minutos para recoger las ideas, comenzó a exponer con voz suave y palabra lenta y solemne algunas consideraciones acerca de la familia cristiana. Ya sabemos que el padre Ortega era un sacerdote a la altura de la civilización contemporánea.
Palabra del Dia
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