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Actualizado: 9 de noviembre de 2025
El médico notó su gesto involuntario, y con una sonrisa dijo: Vive, sí, vive; y lleva contigo este signo ante los ojos de hombres y mujeres, ante los ojos de aquel á quien llamaste tu marido, ante los ojos de esa niñita. Y para que puedas vivir, toma esta medicina.
Pues yo sé más que todos ustedes vociferó un pollo que imitaba a Zamacois, a Luján, a Romea, el sobrino, a todos los actores cómicos de Madrid, donde acababa de licenciarse en Medicina.
Victoriano Sardou nació en 1831, y sus primeros años se deslizaron bajo el bello cielo provenzal. Ya en París, sus padres quisieron dedicarle al profesorado; pero él empezó á estudiar medicina, atraído, más que por una verdadera curiosidad científica, por el aspecto trágico de las salas de disección. Bien pronto las exigencias de la vida le obligaron á abandonar los estudios.
Sin haber cursado medicina, sin ser un Hipócrates, ve cualquiera que D. Casimiro está por demás estropeado. Y sin haber estudiado el Examen de ingenios, de Huarte, se descubre en seguida que el de don Casimiro es romo y huero. Yo no pretendo que busques para Clarita á Pitágoras y á Milón de Crotona en una pieza; pero ¿qué diablura te lleva á darle por marido á Tersites?
Pero algo había que hacer, si el otro no lo hacía espontáneamente; porque aquello no podía quedar así, en la situación de ánimo en que ella se encontraba. Antes lo necesitaba para satisfacción de su femenil curiosidad; entonces le era indispensable para curarse de aquella inquietud nerviosa que no admitía otra medicina y era un simple fenómeno de su ridícula enfermedad.
En la Medicina son infinitos los libros de erudicion desaliñada, y solo á propósito para cargar la memoria. No hay Autor que haya recogido mas noticias, ni cite con mayor freqüencia que ETMULLERO; pero es Escritor de pequeño juicio, porque entre tanta barahunda de noticias, opiniones, y Autores, de ordinario sigue lo peor.
¿Han entregado la carta? preguntó Currita. Como dijo la señora condesa que trajesen antes la antipirina... Pues anda, mujer... ¡Si dice en el sobre urgente!... No bien salió Kate, arrojó Currita en la chimenea la medicina y dirigióse muy de prisa al salón azul, donde acababa de entrar Jacobo.
El viejo parecía deplorar la desaparición de la buena época pasada, porque era uno de esos hombres que son conocidos como «de la vieja escuela», lleno de estrechos prejuicios contra toda nueva idea, ya fuera de medicina, religión o política, y declaró que, cuando él era joven, los hombres eran hombres y sabían sostener lo suyo con éxito en competencia con el extranjero, ya fuese en la paz del comercio o en el choque de las armas.
Preocupadas ya con esto las autoridades locales y temiendo que aquella epidemia perruna fuese contagiosa y pusiese en peligro al vecindario, el buen Asistente, que lo era á la sazón don Ramón Larrumbe, dirigióse á la Sociedad de Medicina en 26 de Mayo, á fin de que este Cuerpo interviniera en el asunto, y, examinando detenidamente á los canes atacados, informase del riesgo que pudiera ofrecer á la salud pública.
Hace ya no pocos lustros, durante mi noviciado como pupilo de casa de huéspedes, entablé pronta amistad con otro pensionista, estudiante de medicina, quien primero suscitó mi curiosidad hacia los misterios hipocráticos y luego me inició en ellos. Con él asistí a un parto, en San Carlos. Hay dos espectáculos que el hombre debe presenciar alguna vez: uno es la salida del sol; otro es un parto.
Palabra del Dia
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