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Actualizado: 14 de julio de 2025
Entonces murió el viejo: heredóle su hijo don Baltasar, padre de Salomé; y con ésta, cuya belleza era notable, había formado el padre proyectos matrimoniales que remediaran la ruina que ya le amenazaba. El pleito comenzaba á aparecer formidable, siniestro, terrible, como un monstruo de múltiples miembros; habíase apoderado de la casa, la estrechaba, la devoraba, la consumía.
Los vínculos... matrimoniales, vamos le interrumpí . ¿A qué andarnos con metáforas? Cabalmente replicó el médico. Pues lo dicho añadí yo . Está usted pensando con mi propio caletre y hablando con mi misma lengua. También se me había ocurrido esa salida un momento hace. ¿En serio? O en hipótesis. No es lo mismo. ¿Y por qué no ha de habérsele ocurrido en serio?
El más suntuoso entre éstos es el que, en la Capilla de Santa Bárbara, ocupa el célebre Obispo D. JUAN LUCERO, aquel que tanto sonó en las disensiones matrimoniales de D. Pedro el Cruel, por haber autorizado el repudio de doña Blanca de Borbón y casado al Monarca con D.ª Juana de Castro.
Doña Manuela hablaba con el señor Cuadros, Teresa la había colocado junto a su marido, con la esperanza de lograr su catequización. Aquella señora, que tanto sabía y tan grande experiencia había adquirido en las miserias matrimoniales, era su única esperanza. La viuda hablaba con su antiguo dependiente, sonriendo. ¡Cómo había cambiado aquel hombre!
Recordaba la impresión de hondo disgusto que había dejado en su alma la primera visita que hizo Delaberge a Rosalinda... Por encima de los árboles del bosque, distinguía entonces las puntiagudas torrecillas de la casa de la señora Liénard y decíase que, sin duda, en aquel mismo momento se encontraba el inspector general conversando con la joven y aprovechando la ocasión para llevar a buen término sus propósitos matrimoniales... A esta idea, un acceso de ira le hizo subir la sangre a la cabeza mientras una angustia terrible le oprimía el corazón.
La razón de esta condescendencia era que Pepe Castro no había venido por mandato expreso de su tía la marquesa de Alcudia. Las negociaciones matrimoniales, llevadas con gran sigilo, exigían cada vez más prudencia. Como Maldonado era tan íntimo amigo del dueño de su corazón, Esperancita sentía cierto deleite teniéndole a su lado.
Renunció, pues, a la herencia legal de sus padres, y se hizo pobre pudiendo con una sola palabra hacerse rico. Fueron repartidos los bienes entre los hermanos y hermanas, y él no quiso nada. Únicamente quedaba como propiedad suya, porque así estaba consignado en los capítulos matrimoniales, la pequeña propiedad de Milly, que sólo producía de renta unos quinientos pesos anuales.
Y yo le prometí en su lecho de muerte a Burton Blair defender y proteger los intereses de su hija le dije, en una voz tranquila y fría. ¿Puedo, entonces, preguntarle, ya que tratamos el asunto, si abriga usted intenciones matrimoniales respecto a ella? No, no debe usted preguntarme nada de eso grité enfurecido. Su pregunta es una injuriosa impertinencia, señor.
Tanto Escudero como Reynoso poseían magníficas casas en Madrid y ambos les habían ofrecido habitación en cualquiera de ellas; pero Tristán había rehusado la oferta de su tío y Clara la de su hermano. Este, resarciéndola de la parte que la correspondía en el Sotillo, la había dotado generosamente con medio millón de pesetas. Hablaron del piso alquilado y de los preparativos matrimoniales.
De esta traza me la pintó cuando vino a darme cuenta de sus proyectos matrimoniales, y a tomar posesión, en pura chanza, de la pobreza que le correspondía por herencia libre de tus abuelos. Fuese a los pocos días de haber venido, y no he vuelto ni volveré a verle más en la tierra. Dios le tenga en eterno descanso.
Palabra del Dia
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