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Actualizado: 7 de junio de 2025
Yo, al caer en uno de estos lazos burdos, me confundía, y don Matías soltaba la carcajada. Entonces, ya turbado, no sabía qué hacer y miraba desde el amo de la casa hasta los criados como a enemigos que querían humillarme. Es ridículo y absurdo cómo en la juventud se sufre por necedades sin importancia. Don Matías y yo nos sentíamos como tipos de distinta raza.
24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál escoges de estos dos, 26 Y les echaron suertes, y cayó la suerte sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles. 1 Cuando se cumplió plenamente el día de pentecostés, estaban todos unánimes juntos en el mismo sitio;
Cansado de hablar y enormemente satisfecho de la mejoría de su hermana, levantose Bou del sofá de paja, emblandecido con colchonetes de percal rojo, y estirándose, dijo: «Matías, dame las llaves, que quiero ver lo de arriba». Entregando un sonoro manojo de llaves, Alonso miró a Isidora con atención recordativa.
Deseaba ir allá, pero no podía. Estaba a su lado don Matías, el afortunado exportador de naranja, aquel ricachón cuya hija Remedios pasaba el día junto a su madre como discípula sumisa. Aquel señor, de palabra pesada y tardo pensamiento, enmarañábale en su charla sobre el comercio de la naranja.
Tenía sobre mí la ventaja de hablar castellano bien, y se valía de ella para humillarme. Es una idea estólida y mezquina, muy frecuente en España, creer que se demuestra superioridad burlándose de una persona ingenua con frases de doble sentido que dejan estupefacto al que ignora su significado. Don Matías demostraba así su superioridad.
Llegó don Matías y, efectivamente, me recibió con frialdad y como con cierto alarde de no darme importancia. Este joven insignificante para mí no existe era lo que parecía querer dar a entender aquel señor. Don Matías era, aunque no de una manera ostensible, mi adversario. Hacía como si no me notara, por mi insignificancia; pero yo, a través de su aire indiferente, le sentía hostil.
En el camino mi capitán me explicó en vascuence que la visita la hacíamos principalmente a la señora de Cepeda, una vascongada, paisana nuestra, casada primero con Fermín Menchaca y después con don Matías Cepeda, un almacenista, socio del primer marido. Desembarcamos en el muelle, pasamos la puerta del Mar y seguimos por una calle próxima a la muralla.
La causa que tuvo entonces el Padre Matias fué llevar pocos víveres prevenidos.
Navidad de Zaragoza, repartida en cuatro noches, compuesta por Matías de Aguirre: Zaragoza, 1654.
Cárlos V. siguiendo la tradición de sus abuelos, así en Aragón como en los antiguos reinos de la monarquía, envió a Teruel, entre otros a Juan Perez de Escanilla, que murió en una conmoción popular que había salido a sosegar; viniendo después por orden de Felipe II D. Matías de Moncayo, Señor de Ráfales, que aparece en la historia con el nuevo dictado de presidente de Teruel.
Palabra del Dia
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