Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de noviembre de 2025
«En un santiamén se sienta la gente marina en el suelo á la mesa, dando la cabecera al Contramaestre. Uno echa las piernas atrás, otro los pies adelante; cuál se sienta en cuclillas y cuál recostado y de otras muchas maneras.
No había la menor señal de lucha ni de pánico, todo en perfecto orden; y faltaban todos. ¿Qué pasó? La noche que aprendí esto estábamos reunidos en el puente. Ibamos a Europa, y el capitán nos contaba su historia marina, perfectamente cierta, por otro lado. La concurrencia femenina, ganada por la sugestión del campo de batalla presente, oía estremecida.
Cinco días después de perdidas las galeras, nos estuvimos mano sobre mano mirándonos unos á otros sin trabajar en el fuerte. Después se comenzó á traer fajina, que era menester pelear para tomarla. En muy pocos días se hizo el parapeto del fuerte, y el lienzo de la marina, questaba á la parte de poniente, se detuvo, por ser de piedra.
Tocóse luego arma en el fuerte y comenzaron á salir soldados, á quien más presto podía, por la puerta de la marina, y por una escala que estaba al caballero de San Juan.
España, por el número de sus habitantes, por el estado de su ejército y marina, por la distancia á que se encuentran las islas, por los pocos conocimientos que de ellas tiene, y por luchar contra una población cuyo amor y voluntad se ha enajenado, tendrá por fuerza que ceder, si es que no quiere arriesgar, no sólo sus otras posesiones y su porvenir en África, sino también su misma independencia en Europa.
En la caída del convento y ya entrada en horas la noche, charlábamos sobre la madre patria, el cura del pueblo, excelente padre de la Orden de Recoletos, un oficial de partidas y mis queridos y buenos amigos de expedición, Melchor Ordoñez y Ciriaco Oñate, ayudante el primero del General de Marina y médico militar el segundo.
Al fin emprendía instintivamente el camino del puerto en busca del mar, su eterno amigo, el primero que le saludaba todas las mañanas al abrir la puerta de su casa allá en la Marina. En estas excursiones le acompañaba muchas veces su sobrino.
Mesía, por toda respuesta, se acercaba entonces a ella, le pisaba un pie; pero la del Banco le recibía a pataditas, con lo que daba a entender «que era tambor de marina» y que seguía dominando en ella el criterio que había presidido a la bofetada de la tarde anterior.
Para cada gota marina que corrió en otro tiempo por el arroyo, difiere la duración del viaje; una, apenas entrada en el océano, es absorbida por las frondas de una alga marina y sirve para hinchar sus tejidos; otra es absorbida por un organismo animal; una tercera, retenida por un cristal de sal, se deposita en una playa arenosa y otra aun se cambia en vapor y vuela invisible por el espacio.
Y en el firmamento apacible cabalgaba una nubecilla blanca y graciosa que parecía una vela marina hinchada por el viento...; ¿si sería un barco?... Carmen quedó absorta en una deliciosa meditación. Estaba abrochando los botones del peinador y volvió a mirar hacia el espejito, donde ahora se reflejaban sus dos manos nacarinas ajustando la tela sobre el pecho. Y en esto llamaron a su puerta.
Palabra del Dia
Otros Mirando