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Actualizado: 29 de junio de 2025
Además, Paca tenía el secreto deseo de mostrar el poder de su elocuencia persuadiendo á Velázquez á que se casase con Soledad. En cuanto á Antonio y María-Manuela, lo había intentado en vano.
Gracias, Antonio, y de salud te sirva respondió la tabernera, que había oído el brindis. Vive mil años, chiquita, que si tú cierras los ojos se queda Cádiz á oscuras. ¡El equinocio, hija! exclamó María-Manuela sin poder reprimir un movimiento de celos. Soleá, no cierres los ojos para que este borracho pueda llegar á casa. ¿Tienes celos, María? preguntó la tabernera.
¡Mira, Antonio, no me sofoques! Mira que tengo la sangre más negra ya que mis zapatos y no respondo de mí decía ella con los labios pálidos, temblando de ira. Lo digo y lo repito aquí y en todas partes. ¡Tu madre femenina!... ¡y tu padre masculino! El furor de María-Manuela no tuvo límites al oir el nombre de su padre. ¿Á mi padre también, canalla? ¿Á mi padre también?
Llamó más fuerte, y tampoco. Entonces se puso á dar fuertes porrazos con el puño, hasta que se abrió una de las puertas de al lado y salió una mujer á decirle que excusaba de llamar porque no había nadie en el cuarto. Los vecinos habían salido hacía poco rato y debía de ser para el baile, porque la señá María-Manuela y una amiga que estaba con ella iban disfrazadas.
Vacilaba en dirigirse de nuevo á Mercedes la Cardenala, temiendo fundadamente que le rechazase, cuando llegó á sus oídos la noticia del rompimiento de Antonio y María-Manuela. De pronto nació en su mente la idea de galantear á ésta, con lo cual, además de procurarse distracción, se vengaba, hasta donde era posible, de su rival y molestaba á Soledad.
Mira, Paca, ¿sabes lo que te digo? profirió María-Manuela afianzando ambas manos sobre la mesa y encarándose con su amiga. Que no rajes tanto y me dejes el alma quieta, ¿estamos? Te lo digo, querida, porque tienes principios... Pues se me orviaron... ¡Ea ya!... ¿qué hay? Eso importa na.
La novia entre el padrino y la madrina, el novio al lado de su suegro, á quien empezaba á bailar el agua mucho más que á su esposa; Soledad junto á Antoñico, Velázquez junto á María-Manuela, Gregorio, hermano de la novia, pegadito á su prima Isabel la Cardenala, Paca entre el Cardenal y la Cardenala viejos, embelesándolos con su afluencia maravillosa.
Velázquez se puso al lado de María-Manuela mientras marchaban en grupos por las calles; pero cuando al llegar á una esquina se despidieron de la familia de Mercedes, tuvo ocasión de acercarse á ésta y hablar con ella algunas palabras. Adiós, gitana le dijo estrechándole la mano afectuosamente. Adiós, naranjita china. Estoy deshecha, niño respondió ella con languidez afectada.
Antonio y su amigo se detuvieron; uniéronseles en seguida María-Manuela con la otra mujer: Soledad y Velázquez iban á hacer lo mismo, cuando éste dejó caer en los oídos de la joven, con voz angustiosa, estas palabras: ¡Pero, Soledad! ¿de veras me vas á dejar marchar solo?... ¡Por lo que tú más quieras... por la memoria de tu padre, que fué mi amigo, no me hagas esa ofensa... no tengas tan mala sangre!... ¡Anda, hija mía, vente conmigo!
Palabra del Dia
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