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Actualizado: 29 de junio de 2025


Transitaban constantemente por el camino paisanos armados con escopetas y garrotes, todos muy decididos, y según la muchedumbre de gente que hacia Valdepeñas acudía, en Manzanares y en los pueblos vecinos de Membrilla y la Solana no debían de quedar más que las mujeres y los niños, porque hasta los inútiles viejos acudían a la guerra.

Hoy es viernes contestó Manzanares ; anteayer salimos de Tenerife... También a me parecen dobles o triples los días que llevamos aquí. ¡Y los que nos faltan aún para llegar!... Esta tarde, según dice el capitán, veremos de lejos las islas Cabo Verde... El lunes pasaremos la línea. El viaje no puede presentarse mejor: una lindura... Mire usted qué mar.

Y terminaba el artículo con esta despedida: «¡Vaya tranquilo el bravo guerrero, que con mano esperta rigió los destinos de este país en épocas tan calamitosas! ¡Vaya tranquilo á respirar las balsámicas brisas del Manzanares! ¡Nosotros aquí nos quedaremos como fieles centinelas para venerar su memoria, admirar sus sabias disposiciones, y vengar el infame atentado contra su espléndido regalo, que hemos de encontrar aun cuando tengamos que secar los mares! ¡Tan preciosa reliquia será para este pais eterno monumento de su esplendor, sangre fría y bravura

Este hombre esquelético admiraba con un entusiasmo concentrado, casi religioso, la desbordante exuberancia femenina como signo de salud, buen honor y virtudes domésticas... Pero Montaner, que se consideraba humillado por el silencio en que le dejaban sus compañeros, interrumpió a Manzanares.

Es el famoso ANDRES DE BALMASEDA, De cuyo grave y dulce entendimiento El magno Apolo satisfecho queda. Este es ENCISO, gloria y ornamento Del Tajo, y claro honor de Manzanares, Que con tal hijo aumenta su contento. Este que es escogido entre millares DE GUEVARA LUIS VELEZ es el bravo, Que se puede llamar quitapesares.

Clara se arropó; apoyóse en una gran piedra sillar que allí había, y, con el alma agotada ya, miró al cielo buscando la luna, una estrella, cualquier cosa que no fuera negra y horrible, cualquier cosa que no hubiera visto aquella noche en otra parte; pero no vió ni estrella ni luna: tan sólo allá abajo, en la dirección del puente y en el horizonte que tras la otra orilla del Manzanares se dibuja, vió una lumbre rojiza, esa claridad violenta de encendido color, que es en noches tempestuosas como una fiebre del cielo.

En el extremo opuesto, o sea cerca de Isidro, estaba de pie Manzanares al lado de un sillón de junco con almohadones bordados, en el que aparecía casi tendida una mujer rubia, con un brazo caído y un volumen en la mano.

Varias señoras de las más encopetadas pasaron ante él sin volver la cabeza, desconociéndolo al verle en tan mala compañía. «Estas matronas tan dignas pensó él me van a tomar ojeriza si me encuentran mucho aquí. Huyamos; hay que conservar las buenas relacionesJunto a la puerta del café detuvo a Manzanares. Es inútil su empeño le dijo . Pierde usted el tiempo.

Entre el boarding-house inglés, la pension de famille, francesa o suiza, la pensione italiana, la pensionshaus alemana y la casa de huéspedes madrileña, hay tanta semejanza como entre el Támesis, el Sena o el Tíber, de una parte, y de otra el Manzanares; y en este parangón le corresponde el papel de Tíber, Sena o Támesis a la casa de huéspedes, claro está.

Y miraba a Maltrana con súbito rencor, cual si le irritase verlo rodeado de los lujos de un gran trasatlántico, mientras ellos, hombres ricos, habían ido a América sufriendo hambre en buques de vela. Un señor malhumorado el tal Manzanares, de esquelética delgadez y el bigote gris caído sobre las mandíbulas salientes. Sus ojos turbios sólo se animaban con los fulgores de la rabia.

Palabra del Dia

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