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Nadie da crédito a la firma de un cantor. ¡No sea loco!... ¡Todas las gentes de pluma son lo mismo! Manzanares, estoy contento de vivir. Me siento más joven... Usted también parece que se remoza. Ayer le pillé en conversación con una de esas francesas. Estaba apoyado en la baranda, mirando al mar, pero hablaba con ella al mismo tiempo en voz baja, como quien no hace nada.

Era ya viejo, y temeroso de dejar este mundo sin realizar aquel piadoso sueño, determinó al fin emprender su peregrinación á Madrid, y así lo hizo, llegando á las orillas del Manzanares víspera de la fiesta del glorioso San Isidro.

Ahora estaba de moda la delgadez. La mía pesa ciento seis declaró Montaner, el comerciante de Montevideo. ¡Buena! afirmó Manzanares con autoridad . ¡Buena debe ser!

Y Manzanares, que había «corrido mundo», y todos los años, en su viaje a París, conocía el Montmartre de noche, porque «el hombre debe verlo todo», empezaba a creer que esta compañera no estaba a nivel de sus triunfos comerciales, y por esto había de privarse de exhibirla como Goycochea ostentaba la suya , temiendo ciertos descuidos de su lenguaje.

A me trajeron en una goleta de Cádiz con cargamento de sal declaró Manzanares, antiguo amigo de Goycochea . No cuánto tiempo estuvimos quietos en la línea por las malditas calmas. ¡Y qué alimentación!... El mejor librado era yo, que por ser muchacho ayudaba a los de la cocina y podía rebañar las sobras de los calderos... Y ahora, señores, nos damos el gusto de venir aquí.

Fueran o no buenos los baños de los Jerónimos, ello es que la niña había ganado, tomándolos, carnes y colores, amén de un apetito excelente. En cuanto al pequeño, excuso decir que con las aguas del Manzanares se puso a reventar de sano. Su robustez era tal, que no cesaba de probarse a misma y de cultivarse para llegar a ser más grande y poderosa.

Fuimos Teresa, Juana y Catalina, El sábado, Leonor, á Manzanares: Si bien yo melancólica y mohina De darme este don Juan tantos pesares. 1900 De tu dueño las partes imagina; Que cuando en su valor, Leonor, repares, Presumirás, pues no me he vuelto loca, Que soy muy necia ó mi afición es poca.

Era un profano que osaba injerirse en la francmasonería del negocio. Quiso levantarse, pero se detuvo al notar que Manzanares sentía la emulación de hablar igualmente de sus esfuerzos.