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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Mejor es que tomemos posesión de ellas observé, cerrando la maleta y poniendo en mi bolsillo el pequeño manojo de llaves. Sus albaceas las necesitarán. Luego, cerramos la puerta, y dirigiéndonos a la oficina, comunicamos la desagradable noticia de la muerte ocurrida en el hotel.
Petrilla que limpiaba los cacharros de la lechería, acudió inmediatamente, con un manojo de ortigas en la mano, desnudos los brazos y roja la cara como una manzana, y la cofia en la nuca, según su costumbre. ¿Cuál es tu opinión acerca de los hombres? pregunele de pronto. Acerca de los hom...
Estábamos en el zaguán: mí padrastro mirando por centésima vez la petaca de plata, mi madre llorando, Inesilla atándome un manojo de flores campestres, yo con los ojos preñados de lágrimas, cuando de pronto mi padrastro me cogió por la mano y, guiándome hasta el fondo del comedor, cerró tras sí la puerta, dejando entrar a madre; Inesilla se quedó fuera.
Entonces se inclinó hacia el suelo, cogió de un rincón un manojo de cuerdas olvidadas, y esgrimiéndolo a manera de látigo, castigó con justicia y sin piedad. Nadie le veía, nadie sentía dolor, y sin embargo las cuerdas acardenalaban las carnes, rompían las galas y mostraban desnudos los cuerpos pecadores.
Se abrió una puerta más allá del arco del Arzobispo, la de la escalera que conducía a la torre y las habitaciones del claustro alto, ocupadas por los empleados del templo. Un hombre atravesó la calle agitando un gran manojo de llaves, y rodeado de la clientela madrugadora comenzó a abrir la puerta del claustro bajo, estrecha y ojival como una saetera.
En la puerta pendía colgado de una espetera un manojo de plumas de ganso, y en lo más profundo y más lóbrego de la tienda lucían como los ojos de un lechuzo en el recinto de una caverna, los dos espejuelos resplandecientes de don Anatalio Mas, gran jefe de aquel gran comercio. Enfrente había una tienda de comestibles; pero de comestibles aristocráticos.
El único balcón en que se veía luz era el de la señora Chermidy, que estaba en el piso bajo: Mantoux comprendió que le esperaban. Sacó un manojo de llaves falsas que había envuelto en un trapo para que no hiciesen ruido, pero no tuvo tiempo de emplearlas. La señora Chermidy le abrió la puerta. Habla en voz baja dijo . Le Tas acaba de dormirse.
Va una dama con gran fuero, Y gran pompa y grande brillo, Siguiéndola un carnerillo Que es animal muy casero. Con su manojo de parras Iba el animal ufano, Cuando llega un Don Fulano Que es amigote de marras, ¿Y su esposo? dice luego. Detrás viene, dice ella ... ¡Oh prodigio de la estrella! Detrás marchaba un borrego. A lo léjos, muy á lo léjos, apareció una víctima. Era el marido. A última hora.
Repentinamente oí una exclamación de sorpresa y, volviendo el rostro, me encontré cara a cara con el Padre Montero, mi antiguo condiscípulo, a quien no había visto en cinco años. Fungía de Sacristán mayor de la Catedral y llevaba un manojo de enormes llaves, pues era hora de cerrar el templo, para volver a abrirlo a las tres de la tarde.
Pero héte aquí que al llegar nuestro Alcaide á la Reja grande, con lento paso y grave continente, muy penetrado de la seriedad de su cargo, fué súbitamente acometido por dos de los presos, quienes á viva fuerza le sujetaron apoderándose del manojo de llaves que tenía, sin que en auxilio del don Juan vinieran ni corchetes ni guardias.
Palabra del Dia
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