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Actualizado: 22 de mayo de 2025


La casulla y las capas pluviales brillaron al sol despidiendo vivos reflejos. La muchedumbre se acomodó para asistir al oficio divino con grave y prolongado rumor, que fue poco a poco apagándose. Soltaron la voz los clérigos y aficionados de la tribuna. Detrás de los clérigos que celebraban, a guisa de ayudante, vestido también con sobrepelliz, manejando un enorme incensario, vio Andrés a Celesto.

En dos noches y un día apenas descansó, manejando casi al mismo tiempo el timón y el motor, pues no se atrevía á emplear todas sus velas con esta escasez de hombres.

Nuestro poeta, sin embargo, no comete los abusos en que después incurrieron otros dramáticos de su país, manejando con cordura esta fuente de las situaciones más interesantes. Particular admiración excitó Lope en sus contemporáneos por su arte en representar las clases más bajas de la sociedad, como rústicos, aldeanos, pastores, etc.

Manejando asuntos sacados de la historia ó de la tradición nacional, se propuso la comedia española apropiarse el espíritu y tendencias de los siglos pasados, puesto que sólo así hablaba á los hombres de su tiempo en un lenguaje familiar y claro; y cuando trata de la historia de la antigüedad clásica ó del extranjero, lo hace siempre fantásticamente y de tal manera, que á la legua se dejan ver la nacionalidad española, y las ideas y costumbres de su tiempo.

Y al mismo tiempo De-Hinchú, manejando todavía su abanico, sacaba gallinas de sombreros, escamoteaba naranjas, extraía yardas de seda sin fin, de sus mangas, y llenaba la superficie del sótano de géneros que brotaban misteriosamente del suelo, de su propio vestido, de la nada.

Estallaban luces de colores, y a su resplandor, tan pronto blanco como rojo, veíanse a lo lejos, terminando la doble fila de cirios, los sacerdotes con capas de oro, manejando los incensarios, con un continuo choque de cadenillas de plata, en el fondo de una nube de azulado y oloroso humo; sobre ella, agitándose dorado y tembloroso entre sus deslumbrantes varas, el palio, que avanzaba lentamente, y bajo la movible tienda de seda, como un sol asomando entre nubes de perfumes, la deslumbrante custodia, que hacía bajar las cabezas, como si nadie pudiera resistir la fuerza de su brillo.

Agradéceselo a Dios, que te ha hecho así... Aunque alguna parte también debió tomar el diablo cuando te ha formado, porque has hecho muchos desgraciados. Y siguió un buen rato manejando el incensario: la generala sonreía siempre y se iba interesando cada vez más por la máscara.

Allí estaba ella para barrer hacia la calle aquel lodo que entraba todos los días por la puerta de la taberna; a ella la manchaba, pero a él no; él allá dentro con Dios y los santos, bebiendo en los libros de la ciencia que le había de hacer señor; y su madre allí fuera, manejando inmundicia entre la que iba recogiendo ochavo a ochavo el porvenir de su hijo; el de ella, también, pues estaba segura de que llegaría a ser una señora.

Parecíale que las rugosidades de la corteza adquirían expresión de ira y se animaban con terrible mirada. Al primer golpe, parecía la húmeda madera como sonrosada carne de ninfa. «El sacerdote lo ha permitido, pero ¿qué dirá la propia divinidad? ¿No retrocederá el hacha de pronto, para hendir el cuerpo de quien la esta manejando

Rafael, manejando aquellas cartulinas enormes sentía la impresión del que pasea por un puerto y percibe el perfume de países lejanos y misteriosos, contemplando los barcos que llegan. Cada retrato parecía envolverle en el ambiente de su país, y desde el tranquilo salón, impregnado de la respiración del silencioso huerto, creía pasear por toda la tierra.

Palabra del Dia

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