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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Ese pequeño monstruo moderno que Oliverio llamaba «lo vulgar», que le causaba tanto horror y que le condujo ya sabe usted a dónde, lo conocía yo tan bien como él bajo otro nombre. Habitaba tan bien en la región de las ideas como en el mundo inferior de los hechos. Había sido el genio malhechor de todos los tiempos y era una llaga del nuestro.
En uno de sus paseos habían llegado cerca del hotel, y ahora se alejaban lentamente, sonando á sus espaldas el piano y el abejorreo de las conversaciones de la tertulia de doña Cristina. ¡Y pensar que podía haber encontrado en mi casa la felicidad que busco fuera, ocultándome como un malhechor! exclamó el millonario, como si el recuerdo de su familia despertase en él cierto remordimiento.
Cierto, según ellos, él es blasfemado, mas según vosotros es glorificado. 15 Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o codicioso de los bienes ajenos. 16 Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence; antes glorifique a Dios en esta parte. 18 Y si el justo con dificultad se salva; ¿en dónde aparecerá el infiel y el pecador?
¿Qué se hace? ¡Qué poco meditan sobre esto los legisladores que condenan al escritor, como se condena al malhechor ó al vago! ¡Ay! La tierra que pisa ese hombre, el palmo de tierra donde pone su planta, esa piedad que debe á la creacion, está mojada de su sudor y de su sangre. ¿Quereis que á eso se junte la argolla del presidio? ¿Tambien ha de comer la vitualla en el patio inmundo de una cárcel?
6 El labrador, para recibir los frutos, es necesario que trabaje primero. 7 Entiende lo que digo; que el Señor te dará entendimiento en todo. 9 en el que sufro trabajo, hasta las prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa. 10 Por tanto, todo lo sufro por amor de los escogidos, para que ellos también consigan la salud que es en el Cristo Jesús con gloria eterna.
El joven Toby que no había visto todavía al tiburón de los salones, porque el señor de Monthélin no iba a casa de la señora de Lerne, le tomó seguramente por un malhechor, y sin embargo, le demostró que no le temía. Bajose de las rodillas de su señora, y se apostó resueltamente delante de ella ladrando furiosamente, y aun atacando a su enemigo.
Hacía muy poco que habían dado las tres y media, cuando ella, metida entre sábanas, oyó abrir la puerta de calle, con cautela de malhechor, y pasos apagados en el patio: era el niño que entraba. ¡A las tres y treinta y cinco de la mañana! Si todos hacen lo mismo, señora se atrevió a decir Agapo.
Entonces con un extravío que me ha hecho estimar lo que es el remordimiento de una mujer honrada, con un espanto que me habría probado, si hubiera estado en situación de reflexionar, a qué grado de relajamiento me veía ella reducido, como si instintivamente hubiera comprendido que ya no había para nosotros ni discernimiento del deber, ni consideraciones, ni respeto, que aquella conmiseración de puro instinto era sólo un accidente que podía desmentirse, con un gesto que me espantó, que aun envuelve estos viejos recuerdos en un mundo de terrores y de vergüenza, Magdalena se dirigió rápidamente hacia la puerta andando de espaldas sin apartar de mí los ojos, como se procede con un malhechor, ganó el pasillo y una vez en él se volvió y echó a correr.
¿De qué me da las gracias este tunante? dijo el cocinero mayor todo hosco y espeluznado de indignación ; ¿quién ha permitido á este lobezno, á este hereje, á ese malhechor que entre en la cocina? La señora Luisa ha venido con él esta mañana, y nos había dicho que vuesa merced le perdonaba. ¡Ah! ¡mi mujer ha venido... con éste!
Señores, ella dijo sí... Respiré entonces como un malhechor que acaba de oír su absolución. Pero, lo más extraño fue esto. En cuanto oí esa palabra y cesó mi angustia, sentí un vivo pesar. «¡Ah! ¿por qué no había dicho más bien no?» Después de la bendición vinieron las felicitaciones sin fin.
Palabra del Dia
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