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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Ella tenía buen gusto y había amueblado su estancia, valiéndose de los mejores tapiceros, con muebles elegantes y hasta lujosos, pero sin relumbrón alguno.
Tenía éste un escritorio de comisiones en la calle Piedad, en una casa vieja que parecía iba a derrumbarse de vergüenza al ver, a sus lados y a su frente, edificios nuevos y lujosos, y de mostrar su fachada desconchada y sus ventanas del año 10 en barrio tan concurrido.
El Duque contaba con su voz cascada y aquella sonrisa de hastío y superioridad que no se le caía de los labios casi nunca, multitud de aventuras galantes, devaneos y obscenidades que hacía pasar, diciendo previamente: «Usted ya está casada y se le pueden contar ciertas cosas.» En pocos días desplegó como en un gran telón ante los ojos pasmados de la joven, el mundo cortesano que tanto ansiaba ella conocer, la vida íntima, secreta, de aquellos jóvenes pálidos, de bigotes retorcidos, que veía pasar en la Castellana guiando lujosos trenes, de aquellas lindas y orgullosas damas, que ostentaban en su carruaje timbre ducal y apenas se dignaban dejar caer sobre ella una mirada indiferente y desdeñosa.
Los nombres que brillaban en letras de oro sobre la blancura láctea del mármol hacían soñar en fiestas elegantes, amorosas entrevistas, tocadores lujosos impregnados de suaves esencias, adornados con flores costosas.
Los que habitaban hoteles lujosos iban á instalarse en «villas» y chalets de los alrededores; los pobres, cansados del rancho del matadero, se enganchaban para trabajar en obras públicas del interior. Aún quedaban muchos en Barcelona, reuniéndose en determinadas cervecerías para leer los periódicos de su patria y hablar misteriosamente de los trabajos de la guerra.
Los tres picadores saludaron al presidente de la plaza, precedidos de los banderilleros y chulos espléndidamente vestidos y con capas de vivos y brillantes colores. Capitaneaban a todos los primeros espadas y sus sobresalientes, cuyos trajes eran todavía más lujosos que los de aquellos.
Del otro lado de la Casa de Conversacion, hácia la parte nueva de la ciudad, se ven calles espléndidas sombreadas por alamedas y orilladas por vastos y lujosos hoteles que parecen palacios, habitados principalmente por familias inglesas y excursionistas franceses.
Miraba aquel mobiliario lujoso, los espesos tapices, el piano de cola de Erhard o Chickering, y sobre todo, los inmensos espejos, de lujosos marcos dorados, que tapizaban las paredes, y pensaba en el camino de Honda a Bogotá, en los indios portadores, en la carga abandonada en la montaña, bajo la intemperie y la lluvia, en los golpes a que estaban expuestos todos esos objetos tan frágiles.
Después de estos rasgos de ascetismo recomienzan las escenas burlescas en la casa del Doctor. El divertido personaje Carlino, llamado Aquiles por todos, se imagina que es el héroe griego, y al desempeñar este papel no sale seguramente mal librado, porque lleva vestidos lujosos, propios de su alto rango, y se regala de lo lindo.
Las principales casas de comercio del Brasil pertenecen á extranjeros; como tambien los establecimientos mas lujosos y cuanto tiene fisonomía europea: la actividad de los brasileños es limitada y corta, lo cual se comprende en razon á su clima y á las costumbres que han heredado de los portugueses. Las mujeres no son extremadamente agraciadas en general.
Palabra del Dia
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