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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Intervinieron los guardias de orden público en favor de las mujerzuelas, y mientras tanto, huyeron en un segundo los lujosos trenes, al galope, a la desbandada, mordiéndose los hombres el bigote de despecho, escondiendo las mujeres, llenas de vergüenza, los rostros azorados.
En una de estas salidas, un viernes por la tarde, Gallardo, que iba camino de la calle de las Sierpes, sintió deseos de entrar en la parroquia de San Lorenzo. En la plazuela alineábanse lujosos carruajes. Lo mejor de la ciudad iba en este día a rezar a la milagrosa imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.
El capitán Bedoya, el gran anticuario, murmuraba del salón amarillo diciendo: «La Marquesa se empeña en llamar aquello estilo de la Regencia; ¿por dónde? como no sea de la regencia de Espartero...». Los muebles eran lujosos, pero estaban maltratados y lo que era peor, desde el punto de vista arqueológico, convertidos en flagrantes anacronismos.
Las señoras se colocaron cerca del altar, donde todas tenían preparados sendos y lujosos reclinatorios: los caballeros permanecieron detrás y sólo tenían un almohadón de terciopelo para arrodillarse. Comenzó la sesión rezando todos el Rosario detrás del padre Ortega.
Miss Harvey subió en el coche y los dos franceses continuaron su paseo como si no tuvieran motivo alguno de preocupación, admirando los lujosos trenes que empezaban ya á circular por las verdes praderas del parque. El hotel Harvey es un hermoso edificio estilo Luis XVI, edificado por el duque de Sommerset y que el americano pagó á buen precio.
Por eso buscaba allí una buena escuela en que nutrir sus inclinaciones; no precisamente porque esperase utilizarla algún día desde aquellos lujosos escaños, como padre de la patria, sino porque un buen decir le juzgaba él indispensable para entrar con desembarazo en el terreno al cual pensaba trasplantarse en breve.
Estos soberanos, muelles, lujosos, refinados, comenzaron á temblar ante los hombres cuyo auxilio habían solicitado imprudentemente. Eran verdaderos salvajes para los patricios de Constantinopla. El mismo día de su llegada entablaron un combate sangriento en las calles de Pera y de Gálata con los genoveses que explotaban la ciudad.
Aquellos montaban poderosos potros ricamente enjaezados, y otros iban á pie. Algunos parecían menos ricos y lujosos que los demás; y aun puede asegurarse que había bastantes pobremente vestidos, si bien éstos eran poco vistos, porque el brillo y elegancia de los otros como que les ocultaba y obscurecía.
Un ambiente de dulce complicidad, de bondadosa protección, extendíase desde los salones lujosos a los más profundos camarotes.
También era ya tarde, y viose precisado a detenerse frente al Veloz-Club, entre el remolino que allí se iba amontonando, de lujosos trenes que volvían de la Castellana y humildes simones que pretendían inútilmente cruzar de un lado a otro. Butrón quiso volver atrás y salir por cualquiera bocacalle a la Carrera de San Jerónimo.
Palabra del Dia
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