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Actualizado: 23 de junio de 2025
Las familias huían al monte al ver en lontananza a los representantes del rey; los pueblos quedaban desiertos y caían en ruinas. El hambre entraba hasta en el palacio real, y Carlos II, señor de España y de las Indias, no podía algunos días dar de comer a la servidumbre. El embajador de Inglaterra y el de Dinamarca tenían que salir con criados armados a buscar pan en las cercanías de Madrid.
Pero el ave se le escapó de entre las manos, y tendió el vuelo hacia el Occidente. Yo quedé extasiado, viendo al pájaro alejarse por los aires, lenta y majestuosamente, hasta convertirse en minúsculo punto de luz, hasta perderse en lontananza como si se hundiera con el sol en el horizonte.
¡Qué contraste entre esa apariencia de la llanura y el aspecto de la montaña, cuando su cumbre está libre de vapores, y podemos contemplarla en lontananza á través de la pesada atmósfera que gravita sobre las tierras bajas! Hermoso es el espectáculo, sobre todo cuando la lluvia ha arrojado al suelo el polvo flotante y el aire está, digámoslo así, rejuvenecido.
Su última mirada fue para la lontananza del camino del Vivero por donde había visto desaparecer entre nubes de polvo los coches. «¡Estamos buenos!» iba pensando por las calles. Era enemigo de dar nombres a las cosas, sobre todo a las difíciles de bautizar. ¿Qué era aquello que a él le pasaba? No tenía nombre.
Y sin acordarse de estudiar, con la mirada vaga en el espacio estuvo pensando en la suerte de aquellos dos séres, el uno joven, rico, ilustrado, libre, dueño de sus destinos, con un brillante porvenir en lontananza, y ella, hermosa como un ensueño, pura, llena de fé y de inocencia, mecida entre amores y sonrisas, destinada á una existencia feliz, á ser adorada en familia y respetada en el mundo, y sin embargo, de aquellos dos séres llenos de amor, de ilusiones y esperanzas, por un destino fatal él vagaba por el mundo arrastrado sin cesar por un torbellino de sangre y lágrimas, sembrando el mal en vez de hacer el bien, abatiendo la virtud, y fomentando el vicio, mientras ella se moría en las sombras misteriosas del claustro, donde buscára paz y acaso encontrára sufrimientos, ¡donde entraba pura y sin mancha y espiraba como una ajada flor!...
No era todo desprendimiento; vagamente veía en lontananza un porvenir de indemnizaciones patrióticas que aunque estaban en el programa de su partido, a él no le alcanzaron. A las nuevas haciendas de don Carlos se fueron Anita, el aya, los criados y tras ellos el hombre, como llamó siempre la niña al personaje que turbaba no pocas veces el sueño de su inocencia.
Lo aseguraba él, que era persona competente en tal materia, por ser poeta y no inédito, pues sus triunfos había alcanzado en la Juventud Católica. Además, él no era ningún niño; dentro de cuatro años sería abogado, y después, ¿quién sabe...? Su imaginación veía confusamente en lontananza ese algo que acarician todos los aprendices de legistas.
El molino entero crujía, balanceando pesadamente sus aspas mutiladas, que resonaban con el cierzo lo mismo que el aparejo de un buque. Volaban las tejas de su destruida techumbre. En lontananza, los pinos apretados que cubrían la colina se agitaban zumbando entre sombras. Creyérase que era el alta mar...
Los sitios que él recorre participan de su quietud. En Basilea, punto en que le ví por primera vez, se presenta tranquilo, é imponente por su grandeza. Corre silencioso á los piés de la catedral, y á la izquierda se pierde en lontananza, como una inmensa sábana de luz: á la entrada de la ciudad hay un larguísimo puente que salva toda la anchura del rio.
Cuando el Duque de Ayamonte me nombró bibliotecario y archivero de su ilustre casa, creí que mi vida iba a deslizarse tranquilamente en los bajos de su palacio de Madrid; y hasta ví en lontananza la publicación de varios trabajos de índole histórica, que desde hacía muchos años codiciaba, y los cuales, sin embargo, permanecen inéditos, su mayor parte todavía dentro de mi tintero.
Palabra del Dia
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