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La fundó un quinto abuelo de doña Rebeca, que murió en un manicomio y que dejó lastimosa descendencia de locos y suicidas. Desde entonces siempre se habían oído en ella gritos frecuentes, carreras y estruendos; siempre habían gemido las puertas, estremecidas por violentos impulsos, en el fondo oscuro de los corredores.

Un hombre de buen sentido y rectas intenciones puede engendrar un imbécil: tras Carlos III reinó Carlos IV, y por si esto no fuese suficiente, al año de morir aquel monarca estalló la Revolución francesa, con sus audacias, que volvieron locos a todos los reyes de Europa. A los Borbones de España se les fue la cabeza, para no recobrarla ya más.

«Predicad que á los pies de mi caballo «He borrado los códigos que en Mayo «Una turba de locos escribió, «Y he formado en la palma de mi mano «Un famoso sistema americano «Para reinar sobre las leyes, yo

Sus ojos habían convergido en Lubimoff, que era la muerte. El tiempo se contrae y se dilata, según las emociones de los hombres. Su medida y su ritmo dependen del estado del alma humana. Unas veces galopa vertiginosamente en los relojes, que parecen locos; otras se desploma, se niega á seguir su marcha, y las milésimas de segundo abarcan más emociones que los meses y los años de la vida ordinaria.

Al día siguiente de recibir la carta, muy temprano, el Magistral salió de casa, fue al Paseo Grande, buscó un lugar retirado en los jardines que lo rodean; y sin más compañía que los pájaros locos de alegría, y las flores que hacían su tocado lavándose con rocío, volvió a leer aquellos pliegos en que Ana le mandaba el corazón desleído en retórica mística.

La de Páez no come garbanzos decía Visita porque eso no es romántico. La repugnancia que por los juegos locos del Vivero sentía Anita, era romanticismo refinado en opinión de la del Banco.

Pero ¿quién es ese que viene con vos? Es un amigo. No creo que esté la señora en disposición de que nadie extraño la vea. ¡No importa! ¡no importa! entrad, señor Francisco, entrad dijo el bufón viendo que Montiño se había detenido al escuchar la observación de la criada. Vamos á juntarnos dos locos, por lo que veo dijo entrando Montiño.

Mas materia tenemos, dixo, de la que es menester para obrar mal, si procede el mal de la materia, y mas inteligencia, si proviene de la inteligencia. ¿Sabeis por exemplo que á la hora esta cien mil locos de nuestra especie, que llevan sombreros, estan matando á otros cien mil animales cubiertos de un turbante, ó muriendo á sus manos, y que así es estilo en toda la tierra, de tiempo inmemorial acá?

Usted es, señor cura, la benevolencia en persona. En cuanto a mi, si fuera gobierno, soltaría a los locos y en su lugar encerraría a los filósofos, teniendo cuidado de no aislar los unos de los otros, para que así pudieran devorarse mejor. ¿Quién es Heráclito? preguntó mi tía. Un imbécil, señora, que pasaba su tiempo en lloriquear. ¿Puede darse ¡Dios mío! una cosa más ridícula?

Menester seria que estuviéramos locos, respondió el anciano; aquí todos somos de un mismo parecer, y no entendemos que significan esos vuestros frayles.