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Actualizado: 12 de mayo de 2025
¡Oh! No hay aún plazo señalado, D.ª Rafaela, pero contando con la voluntad de Dios, me parece que no está muy lejos. Me alegro, me alegro, hijo. Ella va bien y usted lo mismo. Creo que es muy rica. Señora, esas cosas son para mí tan secundarias que no he querido averiguar nada respondió Llot modestamente. Sólo sé que es muy piadosa y que pertenece a una familia cristiana.
Si en aquellas negras horas de desesperación todos sus pensamientos eran para el ingrato Llot, sin que un vago e insignificante recuerdo mereciese la pasión de Timoteo, no es fácil averiguarlo. Lo que sí puede afirmarse es que el violín de aquel desgraciado joven seguía exhalando quejas melancólicas por la noche lo mismo que en los tiempos de esplendor de su adorada.
Es que lo que contigo ha hecho resulta en ofensa mía, y quiero saber si puedo seguir siendo su amigo. Trató de verle en el café; pero Godofredo no asistía allí desde el rompimiento de sus relaciones, por no tropezar con la familia Sánchez. Entonces se decidió a ir a su casa. Llot vivía en una de huéspedes, modesta y patriarcal, de la calle de Jesús del Valle.
A cada momento las hay. ¡Hombre, me dejas sorprendido! ¿Y a beneficio de quién eran éstas? ¡Cómo a beneficio?... Sí; ¿a beneficio de qué cura se daba la función esta tarde? Godofredo hizo un gesto de resignación y no contestó. Adolfo gozaba extremadamente en embromar y hasta escandalizar a aquel pobre muchacho, fervoroso creyente y dado a las devociones piadosas. Godofredo Llot era de Alicante.
Hay que distinguir, amigo; hay que distinguir dijo el presbítero volviendo a su actitud grosera. Los hombres no somos iguales. Hay deberes generales a todos y los hay particulares a cada uno según sus circunstancias. Si Llot fuese un cualquiera, un empleadillo de mala muerte, eso que usted dice estaría perfectamente.
Sí, sí; me hago cargo... La pobrecita está bien desfigurada. El otro día la he visto con su madre en la calle del Carmen. No ha sido precisamente eso lo que me ha detenido. Tiene mucha razón; la hermosura es cosa pasajera... Pero no le convenía por la posición. Usted merece una chica rica... Tampoco es eso se apresuró a decir Llot.
Así, cuando aparece un joven como Llot, que a un corazón puro y a una piedad ardiente une el talento, la ilustración, la elocuencia... ¡Padre, por Dios! exclamó Godofredo angustiosamente.
En sus ojos límpidos, húmedos, brillaba siempre la sonrisa dulce y resignada de los seres que han nacido para víctimas. Había en tal adorable criatura algo de cordero y mucho también de paloma, como si estos dos animales hubiesen cedido de buen grado el uno su resignación, el otro su inocencia, para formarle. Godofredo Llot no era un muchacho de estos tiempos, como decía muy bien D.ª Rafaela.
No, no he estado replicó el chico con visible malestar, poniendo los ojos serios y distraídos para atajar, si era posible, las bromas insulsas con que Moreno solía regalarle. Pues, hombre, me sorprende muchísimo, porque unas vísperas me parece a mí que no son para desperdiciar... sobre todo solemnes. ¡Anda, que cuándo te verás en otra! Pues en seguida replicó Llot malhumorado.
Presentación se ruborizó levemente con estas palabras y dirigió una mirada rápida hacia el rincón, tropezando sus ojos vivarachos con los suaves y místicos de Llot, que estuvieron posados buen rato sobre ella.
Palabra del Dia
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