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La egregia protectora de las letras y las artes dio la señal y descendió gravemente de su trono: pidió el brazo a Mario y salió majestuosamente de la estancia seguida de sus adeptos. Tocoles un buen sitio a aquél y a su esposa para ver la comedia, que era del género llorón; mas apenas lograron fijarse en ella, preocupados con el descubrimiento que habían hecho.

Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar -que era hombre docto, graduado en Sigüenza-, sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.

De modo que eres Olga exclamó siempre en el mismo tono estridente y llorón que llenaba la casa. ¡Buenos días, mi queridita! ¡Oh! ¡Qué desgracia! ¿Entonces es verdad? ¡La noticia me ha trastornado! Le ruego, querida tía le dije cruzándome de brazos, que vaya usted a trastornarse a otra parte y no aquí, y que a la cabecera de la enferma modere usted el tono de su voz. Ella se quedó cortada.

Iba llorando y abrazaba a todas sus amigas y conocidas, y a cuantos llegaban a verla, y a todos pedía la encomendasen a Dios y a Nuestra Señora su madre; y esto, con tanto sentimiento, que a me hizo llorar, que no suelo ser muy llorón. Y a fee que muchos tuvieron deseo de esconderla y salir a quitársela en el camino; pero el miedo de ir contra el mandado del rey los detuvo.

Prueba de ello es que cuando Verónica llegó a la edad de los celos y de las envidias, y tuvo razón bastante para distinguir los halagos de las durezas, no echó de menos los extremados mimos que se le prodigaban a todas horas a su hermano, criatura de lo más encanijado, llorón y cascarrabias que hubo venido nunca al mundo.

Á la derecha se descubrian tres grupos brillantes, que eran otros tantos cafés de canto, en cuyas fachadas habia juegos de gas que representaban varios caprichos, entre otros, un águila con las alas abiertas y caidas, como si remedara un lloron.

¿Cuántos de aquellos hombres habrán tomado luego parte en el atropello de Bélgica? ¡Y quién sabe si alguno de ellos no habrá intervenido también en el bombardeo de París!... Los alemanes son aficionados a la música como los chinos son aficionados al opio. Son un pueblo triste y llorón.

Mozos encandilados por el alcohol, que se detenían para requebrar a las chicas; honrados padres de familia que bregaban con la prole máxima, mientras la esposa traía en brazos al mocoso rebelde y llorón.

¿Qué sucedió entonces?... ¿Comprendió realmente aquel ángel de seis años el encargo de su abuela? ¿Habló por su inocente boca el ángel de la guarda de Diógenes?... Es lo cierto que la niña, sin asustarse de aquella horrible cabeza desgreñada, en que se pintaba ya la agonía de la muerte, sin mostrar repugnancia al asqueroso vaho que exhalaba el sudor del enfermo, hundió sus rosadas manitas en las blancas patillas del viejo, y tirando de ellas a medida que hablaba, según su antigua costumbre, díjole muy bajo, poniendo sobre el oído de él su roja boquita: Teno biscochos de Mendaro y te daré uno... Y no me traíste la muñeca que dicía papá y mamá; pero mamá abuela me compró un niño llorón grande, grande... Y dice mamá abuela que te vas a morí, y si quieres confesá... y yo rezaré por ti cuando rece por mi papá y por mi mamá y por el abuelito, que están en el cielo... Y yo iré también... ¿ quieres i?... ¡Pues confiesa!...

La ciudad estaba completamente embanderada; yo seguía absorto de la mano de Alejandro, que, caminando con desdeñosa indiferencia, procuraba quitarle la vereda a todo aquel en quien él creía encontrar un transeúnte alegre. Entramos a la plaza Victoria; frente a la Policía se levantaba un arco adornado con banderas patrias y grandes palmas de sauce llorón.