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Actualizado: 10 de julio de 2025
Presos serán, porque el rey, aunque no sea rey, se llama al fin rey, y es necesario obedecerle cuando manda. Pero hubiera sobrevenido doña Clara, sobrevendrá, se arrojará á los pies del rey, llorará, le besará las manos... y el rey se derretirá y revocará la orden de prisión, y será capaz de honrar á don Juan y á Quevedo por añadidura. Es necesario que el rey no pueda hacer nada. ¿Y cómo?
Llegará, por ejemplo, la Noche-buena y usted empleará su imaginación poderosa en representarse las escenas de pura poesía del Nacimiento de Jesús.... Volverán a ser para usted las que ya parecían vulgaridades de villancicos, grandes poemas, manantial de ternura, y llorará pensando en el Niño Dios.... Y usted me dirá entonces si aquellas lágrimas son más dulces y frescas que las que anoche le arrancaba el bueno de don Juan Tenorio....
Tal vez suspiraria por su amante; tal vez lloraria; pero estaria en su casa; estaria al lado de sus padres, tendria tranquila su conciencia, limpia su honra, y entero un corazon que ahora está desgarrado. Tal vez llorara en Pisa; pero ¡qué diferencia entre aquellas lágrimas, y las que ahora vierte en Paris! Mas el golpe está dado, y un momento basta para emponzoñar la existencia de una mujer.
Quizá, sin embargo, hubiera sido preferible que Eppie llorara algo más. En una media hora estuvo limpia, habiendo Silas vuelto la espalda para ver qué haría con la faja de lienzo; la tiró al suelo, pensando que Eppie se quedaría quieta el resto de la mañana sin que fuera preciso atarla.
Desechásteme, ¡oh ingrata!, por quien tiene más, no por quien vale más que yo; mas si la virtud fuera riqueza que se estimara, no envidiara yo dichas ajenas ni llorara desdichas propias. Lo que levantó tu hermosura han derribado tus obras: por ella entendí que eras ángel, y por ellas conozco que eres mujer.
Si yo llorara perlas, esto es, si yo tuviese dinero, no tendría necesidad de escribir disparates; y se hallan en suma, muy predispuestos a darse al diablo si el diablo quiere tomarse el trabajo de apoderarse de ellos y de comprarles el alma. El mérito y la significación de tales historias, se patentizan en su misma universalidad.
¡Oh! ¡cuán cruel fué la ola que, cogiéndola en su espalda, en la dentellada falda de la roca, sin piedad, la arrojó, que mejor fuera que implacable la matára, porque infeliz no llorára su desolada orfandad!
¿No os basta que os esconda mis lágrimas dijo la condesa , sino que venís á buscarlas? Ellas me ahogan y ellas me dan vida. Llorado me vea por vos, yo, á quien no llorará nadie, y quiera Dios que por vuestro recuerdo, salgan de mi pecho las lágrimas que me hinchan. ¿Pero no volveréis? No. Pues... adiós... Adiós... La condesa se quedó llorando; Quevedo salió atusándose el bigote distraído.
Yo me eché entonces a reír, la escarnecí: ¡La persona que quiere morir no lo dice!... ¡Bien desempeñas tu papel!... Todavía creo ver su mirada asombrada. ¿No me cree usted? ¿No cree cuando ya me he despedido de la única persona que me llorará sinceramente?... ¿De él?... exclamé.
Pero al fin la modista comprendió la burla, y renunciando á los artificios de la coquetería se resignó a pasar las horas leyendo novelas sentimentales, que la hacían llorará veces con enternecimiento, y comiendo almendras, nueces y avellanas, de que hacia una fuerte provisión todos los días en el comedor.
Palabra del Dia
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