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Actualizado: 4 de julio de 2025
La Muerte rondaba en torno del mísero populacho, como un lobo alrededor del rebaño, siempre vigilante, con las uñas afuera y los dientes agudos. Zarpazo aquí, dentellada allá, la gran enemiga se mostraba infatigable. Siempre había en el hospital más de una docena de camas ocupadas por carne enferma que pedía entre gemidos el auxilio de don Luis.
¡Federico! ¿Qué fué eso? gritó mamá que había oído mi detención y la dentellada al aire. Nada: quería entrar. ¡Oh!... De nuevo, y esta vez detrás del cuarto de mamá, el fatídico aullido explotó. ¡Federico! ¡Está rabioso! ¡Está rabioso! ¡No salgas! clamó enloquecida, sintiendo el animal a un metro de ella.
El chiquillo gateaba por entre las patas de los perdigueros, que, convertidos en fieras por el primer impulso del hambre no saciada todavía, le miraban de reojo, regañando los dientes y exhalando ronquidos amenazadores: de pronto la criatura, incitada por el tasajo que sobrenadaba en la cubeta de la perra Chula, tendió la mano para cogerlo, y la perra, torciendo la cabeza, lanzó una feroz dentellada, que por fortuna sólo alcanzó la manga del chico, obligándole a refugiarse más que de prisa, asustado y lloriqueando, entre las sayas de la moza, ya ocupada en servir caldo a los racionales.
En la Campada se recibió la misma historia, con nuevas ilustraciones, a las dos; y todos los Carreños cayeron sobre ella como una piara de cerdos sobre un costal de patatas: a dentellada limpia entre gruñidos de placer. Los Vélez, que lo supieron a las dos y media, lo tomaron en tono muy diferente.
Jagor, este volcán se asemeja de un modo admirable al Vesubio; como este, tiene dos picos: al O., una cima redondeada en forma de campana; al E., como resto de una cumbre anular, una alta cresta dentellada, parecida al monte Somma: en sus vertientes se nota bien la estratificación paralela.
Sábese que quien más apretó la dentellada en aquella puja de mordiscos fue la Escribana mayor, que, según fama, se bebía los vientos por el hijo del boticario.
Apartó los ojos con horror. Del cielo viene el rayo que nos abate, del mar viene la ola que nos traga, del campo la dentellada de la fiera o la puñalada del bandido. ¡Pero de allí...! ¡ah, de allí viene el daño que no puede explicarse, la agonía sin muerte, el dolor increíble! Permaneció algún tiempo perdido enteramente en una meditación profunda.
La mandíbula batallaba con el chupón; la dentellada cortante y sólida, con la mucosidad fosforescente que resbala y huye; el golpe de cabeza demoledor como un ariete, con el latigazo de los tentáculos, más gruesos y pesados que la trompa del elefante.
Así, venía la hora de los pagos, y todo era tirar de la cuerda, y esforzarse en hacerla llegar hasta el extremo adonde llegar debía, pero la cuerda no daba más de sí y se rebelaba contra la violencia, amenazando romperse; Rocchio decía, melancólicamente, que su presupuesto parecía el del Gobierno; que para una gotera que se tapa, ciento se abren, de tanto manotazo y dentellada que sufre al cabo del año.
Tenía tres perros magníficos para esta caza, aunque muy inclinados a rastrear coatíes, lo que envolviendo una pérdida de tiempo para el cazador, constituye también la posibilidad de un desastre, pues la dentellada de un coatí degüella sistemáticamente al perro que no supo cogerlo.
Palabra del Dia
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