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Actualizado: 12 de junio de 2025
He depositado las ganancias en la caja del club dijo ella mostrándole el recibo . De noche no voy á llevarme tanto dinero á mi casa. Mañana vendré para pasarlo al Banco. Necesito que alguien me acompañe. Envíame al coronel: es hombre de guerra y debe tener revólver. Luego, acordándose de algo importante, su rostro tomó una expresión grave. Inútil es decir que mañana arreglaremos cuentas.
Al cabo de una semana, el 7 de Mayo, llegó de Manila el cañonero americano Mac-Cullock, trayendo la noticia de la victoria del Almirante Dewey sobre la escuadra española, pero no traía órden de llevarme á Manila y á las nueve de la noche tuve con el mismo Cónsul, á su invitación, una segunda conferencia.
La pobrecilla temía llegar tarde: había visto desde allá arriba el grimpolón azul, y por él había presumido que estaba el Flash atracado al muelle; y estando atracado al muelle, sería para salir a navegar por alguna parte... «Pues buena ocasión», se había dicho entonces. «Puede que Leto quiera llevarme»; y hala, hala, hala... ¡qué ira le daba aquel pedazo de camino tan escondido del muelle, donde era inútil hacer una seña o dar una voz! ¡Y si entre tanto se largaba el yacht? ¡Y ella que tenía tantas ganas de darse otro paseo en él!
El gigante la dejó por unos momentos sentada al borde del arroyo, para meterse otra vez entre los árboles. Quiero llevarme un recuerdo de esta visita dijo á Flimnap. Y el profesor vió cómo cogía con ambas manos un árbol que le llegaba á la cintura, empezando á moverle á un lado y á otro, cual si pretendiese arrancarlo del suelo. Una nube de hojas envolvió al gigante.
Lejos de rebelarte contra su voluntad, debes darle las gracias porque se ha acordado de ti. ¡No diga usted necedades, hombre de Dios! exclamó la niña con voz colérica y arrojando sobre él una mirada de desprecio . ¿Me ha de querer Dios por llevarme a mi madre?... ¡Pues tiene gracia el cariño!... ¡Tiene gracia el cariño!... ¡Tiene gracia el cariño!...
Poco después que ellas, subimos nosotros a la galería y dimos algunos paseos contra la voluntad de mi patrón, que a todo trance quería llevarme a casa para que me mudase. Mas yo tenía deseos de permanecer allí para confirmar a las monjas, sobre todo a la jocosa morena, en la salud y vigor de que me había jactado.
No se trataba entonces de llevarme a ver la ciudad, sino de conducirme a la Embajada Francesa: ¡Französische Ambassad! repitió el fondista dos veces. Pero mi sorpresa fue mucho mayor que la suya, cuando le vi volver la espalda al barrio noble, entrar en una larga ronda de arrabal, llena de fábricas, casas de obreros y jardinillos, atravesar las puertas y conducirme fuera de la ciudad.
Hoy ha reprendido a Juan, porque tardó en ir al teatro, y cuando llegó ya no encontró ni un palco disponible: se ha enojado porque no puede llevarme a esta función, no porque quiera ir él, Julia me ha dicho que cuando estaba solo nunca iba al teatro. ¡Pobre papacito, cuánto me duele que se sacrifique por mí!
Intento entonces marcharme más que a paso y llevarme a la señorita; pero, que si quieres; ya se había echado a correr sin volver la cabeza y estaba en la perrera, porque no merece otro nombre el agujero en que vive esa mujer con sus crías.
Había yo pensado llevarme a Marivette como doncella de Elena, pero parece que no puede ser. Esta mujer está casada y tiene hijos. Su marido y ella quedan encargados, hasta nueva orden, de guardar la casa. Y yo me llevo a Elena bajo mi única responsabilidad. ¿No encuentras que esto parece un rapto?
Palabra del Dia
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