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Actualizado: 25 de mayo de 2025


El reloj y el dinero son mi propiedad, no tienen libre albedrío; no se van con el ladrón y me dejan porque le prefieren, mientras Beatriz se iba con otro y me dejaba porque le prefería. El hacía bien en llevársela. ¿Por qué había yo de asesinarle por esto? ¿Qué me debe él a para respetar mi felicidad y desatender la suya? »Deseché, pues, de mi alma el pensamiento de asesinar a mi rival.

Fuí a la sala. Allí estaban mis tías. Después de la presentación con espanto que Angelina no me había engañado. El anciano tenía resuelto llevársela. Lamentaba la separación, porque, al fin, la «muñeca» estaba allí muy bien. Pero hacía falta, hacía falta en la casa cural.

A pesar de sus esfuerzos, le dominó el despecho. Estaba seguro: aquél iba a conquistar a la joven, a llevársela. Por vez primera, la veía particularmente interesada en la conversación de su vecino de mesa; parecía estar prendada de las frases de Martholl; lo escuchaba sonriendo y sin hacer caso a los demás convidados.

Te repito que es una mala muchacha, y si hoy encuentro a Castilla le daré un abrazo, de todo corazón. Y serás también un cobarde y un desdichado. Ya te ha mareado. El diablo debiera llevársela. Se quedaron callados, Julio quiso despedirse. Lucía, acercándose, le retuvo, mientras parecían sus ojos preguntar a uno y a otro: "¿Y cómo han arreglado el asunto estos dos rivales?"

Se figuraba que aquel arco no podía conducir sino á una caverna, y además le parecía que detrás estaba una figura corpulenta, que no era otra que María de la Paz Jesús, apostada allí para asirla cuando pasara, arrebatándola con una mano grande y crispada, para llevársela por los aires. Pero la esperanza puede mucho. Cerró los ojos, y corriendo velozmente, pasó.

Dicen que tengo que salvar... ¡Ay, qué gusto! Y mi hija está mejor en la tierra con la señorita que conmigo en el Cielo... Y nada más». Adoración rompió a llorar entre afligida y espantada. Total, que tuvieron que llevársela, porque aquel espectáculo no podía prolongarse.

Subimos en silencio, aguardé un instante en la sala, y doña María después de pequeña ausencia apareció trayendo a Inés de la mano, y me dijo: Ahí la tiene usted... Puede usted llevársela, huir de Cádiz... divertirse, , divertirse con ella. Le aseguro a usted que vale poco... Después de la declaración de su madre, yo aseguro que ni la marquesa de Leiva ni yo haremos nada por recobrarla.

Hija de mi alma, yo no tengo ni un clavo ni una astilla, pero le juro a usted por mi salvación que un domingo me salgo por las afueras y robo una teja para llevársela a usted... robaré dos, tres, una docena de tejas... Y hay más.

Ingeniosa, amable y algo intrigante, lo fue hasta los setenta, y durante dos años más fue un modelo de devoción cristiana y de edificante trato con clérigos y cofradías, hasta que Dios quiso llevársela de este mundo. No se le cayó la casa encima como a D. Felicísimo, sino que murió de repente hacia el último tercio del 68, si no están equivocadas las crónicas.

Palabra del Dia

creolina

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