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Actualizado: 13 de julio de 2025
Los celos le cegaban al pensar que aquella joven, que algunos meses antes se le había aparecido con todo el encanto de la sencillez y de la gracia, de la virtud doliente y de la tranquilidad doméstica, había cedido á las sugestiones de un libertino sin conciencia. Era preciso no dejar sin castigo aquella infamia.
Todas sus partes se dirigen á ensalzar el poder maravilloso del Rosario. Un libertino, llamado Dionisio, viola y deshonra á la joven Marcela. La víctima pide al cielo el castigo del culpable, y Jesucristo le declara que sus súplicas serán oídas. Dionisio, más pecador cada día, comete toda clase de delitos; pero á pesar de ello, conserva siempre piadosa devoción por el Rosario.
Mucho se hablaba de los éxitos obtenidos en esas lides por el marqués de Pierrepont, si bien él, conduciéndose con caballeresca discreción, jamás confesó ninguno, por más que en lo que se decía mucho debía haber de verídico y auténtico; en resumen, no era un libertino, y aun puede asegurarse que había en él un fondo de seria dignidad que comenzaba a alarmarse de esos devaneos a que tarde o temprano lleva fatalmente la soltería.
Los médicos dijeron que la causa era su mal modo de vivir, pues Juan fue siempre algo libertino y calavera, que no curaría, y que, de todas maneras, jamás volvería a ser lo que antes.
Mire usted dijo Pinilla al Doctrino, continuando la conversación interrumpida, ese Bozmediano es además un hombre inmoral, de detestable conducta; un libertino, como lo fué su padre, escándalo de la corte de Carlos III. Lázaro prestó mucha atención.
Más afortunado es el Demonio con María, á cuya celda lleva una noche á Alejandro; éste, desalmado libertino, que nunca ha pensado seriamente en casarse, deshonra á su amada, y la abandona después de conseguir su propósito. María, creyéndose indigna de servir á Dios, vaga por el mundo desesperada, entregándose á todo linaje de excesos, y pasando de escalón en escalón al estado más abyecto.
Los más importantes dignatarios de la Orden quisieron favorecerle si cambiaba de conducta, hablando de nombrarle Bailío de Negroponto o Gran Castellán de Amposta. Pero el empecatado don Príamo no se corregía, y continuó siendo un libertino temible, de humor fantástico y desigual para los otros caballeros.
Palabra del Dia
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