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Actualizado: 22 de junio de 2025
Y le empujaba dulcemente, extremando los gestos y miradas de seducción. Ojeda, con su pasividad habitual ante el mandato de una mujer, siguió este impulso, dirigiéndose en busca del señor Kasper. ¡Qué de embustes y enredos con esta muchacha!... Afortunadamente, el día de la liberación estaba próximo; y una vez en tierra, no la vería más.
Pues se ha decretado que son mamarrachos netos todos los individuos que creen en la liberación por el desprendimiento, y en que se debe dar la morcilla a la bestia. A los que sostienen la herejía filosófica de que va a venir un nuevo Mesías, encarnándose en una buena moza, etc., etc..., se les declara memos de capirote y se les condena a comer virutas».
Todos los días era conducida al puente, para respirar y absorber el aire vivificante del Océano: los niños la rodeaban, se echaban a sus pies y permanecían quietecitos, mientras ella les hablaba con voz débil como un soplo e impregnada de ese eco íntimo y profundo que anuncia ya la liberación. ¡Jamás mujer alguna me ha inspirado un sentimiento más complejo que esa joven desgraciada; mezcla de lástima, respeto, cariño, irritación por los que la lanzaron a esa vía de dolor, indignación contra ese destino miserable!
No tenía remedio y sufriría inútilmente toda su vida. Pero los padres no parecían pensar que esa muerte fuera una felicidad y una liberación. La señora gritaba desconsolada... El señor estaba fuera de sí... Llegaba a dudar de la muerte de esa frágil y tierna criatura. Conservando algo como la sombra de una esperanza, explicó al médico dónde y cómo la encontraran.
Cuando Martín estaba en la escuela, gritaba sin descanso y habría preferido morir de hambre antes de aceptar el alimento de una mano que no fuese la de su compañero. Durante tres años, el enfermo arrastró una existencia miserable: después cayó en cama y murió. Su muerte habría debido parecer una liberación a todos los de la casa; sin embargo, hizo derramar lágrimas ardientes.
Sea falta de previsión en el gobierno, sea enceguecimiento sistemático de los propietarios rurales, el hecho es que, si bien esa liberación será un honor para el Brasil, su industria va a pasar por un momento angustioso cuando sea necesario acudir al trabajo libre para reemplazar al trabajo esclavo.
También están adormecidos: también meditan, pero el fondo de su ensueño no es la gloria, sino la libertad, y no sólo la libertad suiza, sino la libertad de todos los hombres. De cuando en cuando, levántase uno para mirar el mundo de lagos y praderas, pero vuelve tristemente hacia sus compañeros y suspira al decir: «Todavía no.» El día de la gran liberación no ha llegado.
La Música termina, por último, cantando: ¡Gloria á Dios en las alturas Y paz al Hombre en la tierra! La serpiente de metal, fundado en el 4.º libro de Moisés, cap. 21. Los hebreos solemnizan con cánticos y danzas su liberación del yugo de Egipto.
¡Con cuánto fervor exclamaba el pobre padre: «Señor, liberta mi vida, porque es muy largo mi destierro. ¡Yo aguardo, Señor, esa liberación; mi alma te desea de igual modo que la tierra abrasada por la sequía desea la lluvia; del mismo modo que el ciervo sediento busca con ansia el agua de los torrentes, así mi corazón te echa de menos, Señor!»
Mas era preciso que obedeciese Delaberge al mandato administrativo; la hostelera no se había engañado nunca a sí misma y pensaba que algún día la había de abandonar y, aunque suspirando hondamente, al fin se resignó. Una semana después el guarda general se marchó a París, no sin sentir en el fondo de su espíritu como una vaga liberación.
Palabra del Dia
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