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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Cuando llegaba con el niño llamaba al punto a su hija Casilda, donosa chicuela que hechizaba el tugurio con su hermosura, haciendo pensar en esas infanticas abandonadas de que hablan las leyendas.

No nos decidimos á pesar de este dato á seguirla resueltamente, por asegurar Kassiri que ese cidi Hamet tenia muy escasos conocimientos para traducir esta clase de leyendas. Para construir este minarete derribó un antiguo alminar que tenia 240 pies de altura. Entre los embellecimientos del patio debe contarse la construccion de las fuentes.

Y Roseta, que ya no era inocente después de su entrada en la fábrica, dejaba correr su imaginación hasta los últimos límites de lo horrible, viéndose asesinada por uno de estos monstruos, con el vientre abierto y rebañado por dentro lo mismo que los niños de que hablaban las leyendas de la huerta, á los cuales unos verdugos misteriosos sacaban las mantecas, confeccionando milagrosos medicamentos para los ricos.

Armados, pues, de cuantos instrumentos ruidosos pudieron haber, con grandes trasparentes, donde aparecían pintadas las mismas grotescas figuras de la carroza con bestiales leyendas debajo, y teas en las manos, se congregaron más de trescientos muchachos en Altavilla, y alrededor de ellos media población que los alentaba con sus carcajadas. El estruendo era horrísono.

Podría considerarse su protectora; no hay cabaña alguna en seis leguas á la redonda, que no la conozca y la venere como la hada de la beneficencia. Los paisanos dicen simplemente, al hablar de ella: ¡La señorita! como si hablaran de una de esas hijas de rey, que encantan sus leyendas, cuya belleza, poder y misterio les parece ver en ella.

No sólo las leyendas, sino también los hechos históricos, que tienen la hermosura de las leyendas, están repetidas varias veces. No es Hernán Cortés el único, por ejemplo, que echa a pique las naves. Lo mismo habían hecho antes Agatocles en Africa, los muladíes cordobeses en Creta, y los aragoneses y catalanes en Galípoli.

Traía yo un tomo de versos, generalmente de Zorrilla. Angelina se encantaba con las leyendas del afamado poeta: «A buen juez, mejor testigo», «La Pasionaria», «Margarita la Tornera». Con ésta, sobre todo, que era para ella lo más hermoso de la poesía moderna. Me parece que veo a la anciana y a la joven muy diligentes y afanosas, oyendo atentamente los sonoros versos.

En los países del Norte, regados casi todos con abundancia por fuentes, arroyos y ríos, los manantiales no han atraído hacia ellos, como las fuentes del Mediodía, la poesía de las leyendas y la atención de la historia.

Me remangué los pantalones y salí a la calle. ¡Pues qué! Yo que he aguantado sin pestañear noches enteras todas las leyendas de la Edad-Media que el Sr. Velarde y otros ilustres mosquitos líricos de su misma familia, han dejado caer desde la tribuna del Ateneo, ¿flaquearía ahora ante unas miserables gotas de agua?

En aquel momento apareció por la escotilla la cabeza de Simoun. Pero ¿dónde se ha metido usted? le gritó don Custodio que se había olvidado ya por completo del disgusto; ¡se perdió usted lo más bonito del viaje! ¡Psh! contestó Simoun acabando de subir; he visto ya tantos ríos y tantos paisajes que solo me interesan los que recuerdan leyendas...

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